«Ser cultureta ha dejado de molar…»
Lo dice Fnac en un «estudio»(AQUÍ) que sostiene que 9 de cada 10 españoles no mienten sobre sus gustos culturales (aunque sean pésimos) o que el 67% de la gente no se siente culpable por saber lo justo.
- Lo más curioso es que hay una parte de lo que se intuye en las respuestas, que contribuye a la reafirmación del amor por saber más e, irónicamente, a todo lo contrario.
- Y lo gracioso es que, a la hora de ligar sí que parece importarnos el nivel cultural de nuestra posible pareja.
Todo esto, al menos a mí, me lleva a una pregunta: –¿Quieres saber más por una razón social?-.
La respuesta: – Podría ser –
… más que nada, porque ser más erudito que nadie, aparte de sonar prepotente, sirve de poco si no hay nadie con quien poder compartir ese conocimiento.
Pero si vas un paso más allá del supuesto básico del ligue en si…
- ¿Qué pasa cuando encuentras a ese alguien y te reta, te inspira o te enseña caminos que no habías explorado antes?
- ¿También te gusta, entonces, reconocer tus limitaciones?
La simpleza amplía, supongo, nuestra capacidad de sorprendernos. Pero muy poca gente tiene la capacidad de fascinarte, o de hacerte sentir como Américo Vespucio cuando descubrió el nuevo mundo. Diga lo que diga el estudio, seguimos siendo mayoría los que buscamos referentes que nos nutran y nos digan a qué conciertos ir, que libros leer o qué películas se amoldan a nuestros gustos. Conocer implica ser consciente de que hay una parte a la que no vas a llegar. Pero eso es parte de la magia que hace que dejes de buscar un adjetivo o un nombre a cada momento o situación que despierta ese (des)conocimiento.
Luego la coincidencia puede ser espiritual y banal. No por esnobismo, como deja entrever el estudio, sino porque, por mero porcentaje, es más lógico que encuentres a alguien al que le guste «Juego de Tronos» que a alguien que ha visto una peli de Aki Kaurismäki, o alguien que haya escuchado la canción del verano «contra» alguien que ha escuchado el último disco de El Buen Hijo o conoce a Family o a La Buena Vida.
Con lo difícil que es dar con eso, la clave es la predisposición o no que tengas de disfrutar del feeling, bajar la guardia, ceder, olvidar desencantos pasados, (re)ilusionarse… para que, al final, te acabes dando cuenta de que lo que no has perdido, en realidad, es la perspectiva. Al fin y al cabo, lo que sí implica ser cultureta es mantener intacto un tiempo de descubrimiento, de sorpresa y de individualidad, y si lo consigues, darás con la clave que no te va a dar ningún estudio sociológico.
No sé lo que es ligar, exactamente. Porque si hay una limitación de tiempo, de exigencias, de pasados que te mediatizan y de diferencias en el interés cultural ¿A qué nos referimos? ¿A echar un polvo? o ¿a entender que la vida es compleja y resulta más sencilla buscando respuestas en conjunto o poniendo en común dos búsquedas de algo que no tienen porqué coincidir en su punto de partida?.
Puedes tildarlo de platónico, pero, también, es infinito (como el conocimiento), algo que no se puede decir, ni del aspecto joven de tu cara, ni de tus bíceps de gimnasio, ni de tu figura, ni de esas cosas que imagino que busca ese 43% que reniega de la cultura como prioridad.
Tampoco sé bien lo que es la cultura hoy, ni si esta ayuda a que nos sintamos más individualistas o nos incita a buscar compañía para debatir en torno a lo que vemos.
Supongo que eso, justamente, es lo que le falta a la encuesta: el simple hecho que hace de lo minoritario un placer, que aparte de privado y personal, es raro porque, a diferencia de un twerking, ver la serie de moda, o de fiarte del criterio de Tripadvisor para elegir restaurante, te ofrece cosas que nadie más te puede dar y lo hace de una forma extendida en el tiempo, porque, como el buen vino, mejora con los años y no se arruga.
Conclusión: Diga lo que diga la Fnac, ese amor «cultureta» es más fiel y duradero que todo lo que los porcentajes digan. Siendo picajosos, seguramente, dentro de ese 57% haya puntos de vista sobre la cultura alejados de lo que tú entiendes por arte. Y ahí, la clave es revelarse contra los números y los supuestos, porque justamente, de eso trata la pasión, sea por las artes, o por las personas.
Y si todavía dudas, puedes volver a ver «Amor» de Haneke.
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