Alicante ha registrado este domingo su temperatura más alta en lo que llevamos de año, alcanzando los 32,4 grados a las 10:50 de la mañana, según ha informado Aemet. Aunque una ligera brisa del sur ha empezado a suavizar el calor al mediodía, el termómetro deja claro que el verano en la ciudad será, de nuevo, un infierno. Y esta vez, sin sombra.
Todo esto ocurre mientras el Ayuntamiento de Alicante, en una actitud negacionista y pasiva frente al cambio climático, continúa promoviendo la tala de árboles en calles, parques y plazas. Lejos de proteger el arbolado urbano como herramienta esencial para combatir el calor extremo, la política municipal ha dejado a vecinas y vecinos expuestos a una ciudad cada vez más dura e inhabitable.
Árboles: la defensa natural que el Ayuntamiento desprecia
Los árboles no son decoración: regulan la temperatura, filtran el aire, retienen CO₂, reducen el ruido urbano, protegen la biodiversidad y, sobre todo, ofrecen sombra. Esa sombra que hoy falta en la Explanada, en los barrios, en las plazas duras convertidas en hornos de cemento. Estudios científicos han demostrado que la presencia de árboles puede reducir entre 2 y 8 ºC la temperatura en zonas urbanas.
Sin embargo, mientras ciudades de todo el mundo están duplicando esfuerzos por reverdecer el espacio público ante las olas de calor cada vez más frecuentes, en Alicante se arrancan árboles sanos sin una justificación transparente, muchas veces bajo pretextos estéticos o por obras que no contemplan soluciones sostenibles.
Fogueres al rojo vivo
Y justo ahora, en vísperas de la semana grande de les Fogueres de Sant Joan, con calles llenas y celebraciones al aire libre, la ciudad se enfrenta a altas temperaturas sin ningún plan de protección térmica real. Para este lunes, Aemet prevé una leve bajada de temperaturas y cielo poco nuboso, pero con el asfalto y el mobiliario urbano acumulando calor, el problema ya no es solo climático, sino político.
El Ayuntamiento debe dejar de mirar hacia otro lado. No se puede seguir negando la evidencia mientras la ciudad hierve. Es hora de frenar la tala indiscriminada, reforestar con criterios climáticos y colocar la salud pública en el centro de la planificación urbana. Alicante necesita árboles, no excusas.
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