
El Amor No Es Lo Que Te Dijeron…
Desde que tenemos uso de razón, el amor ha sido retratado como una necesidad vital, una urgencia emocional, una misión de vida que culmina cuando encontramos a «esa persona». Nos enseñaron —a través de canciones, películas, cuentos y hasta discursos familiares— que amar es cuidar, necesitar, poseer, salvar. Pero ¿y si todo eso estuviera equivocado? ¿Y si el verdadero error no es amar mal, sino entender mal lo que es amar?
1. Nadie te tiene que cuidar
Es común escuchar que el amor implica cuidado. Pero eso, que está muy bien en determinados momento, no tiene nada que ver con la dependencia, porque con la supeditación a la vida del otro el amor deja de ser amor y se convierte en una carga.
Pueden ayudarte y aconsejarte, pero nadie está obligado a sostener tus vacíos emocionales ni a llenarte lo que tú no eres capaz de saciar . No es romántico exigir que alguien se quede porque “te necesita” o porque tú no sabes estar sin esa persona. Es, de hecho, irresponsable emocionalmente. El amor sano parte de la autonomía: puedo elegir compartir mi vida contigo, pero también puedo vivirla plenamente sin ti. Y eso es la independencia.
2 .Nadie es indispensable
La idea de que una persona es “tu todo” puede sonar profundamente romántica, pero es una trampa. No, nadie es imprescindible. Sí, puedes vivir sin quien crees amar con todas tus fuerzas. Quizás duela, pero vivirás. Porque el amor real no debería poner en riesgo tu estabilidad, ni mental ni emocional. Aferrarse a alguien como si fuera tu oxígeno no es prueba de amor, es una puta gilipollez.
3. Quédate por que quieres
El compromiso no debería venir del miedo a perder, sino de la libertad de elegir quedarse cada día. El verdadero amor no se suplica ni se exige; se construye desde la voluntad. Y aún así, incluso queriendo, puede que alguien se vaya. Y eso también hay que poder, y saber, aceptarlo. Porque no todo lo que empieza bien tiene que tener continuidad por mero deseo o intención. Porque el amor, a veces, se transforma o se extingue, o se transforma y eso no lo hace menos valioso.
4. El sexo no es magia, es diálogo
Otra gran mentira romántica es que el buen sexo ocurre por conexión espontánea. A veces pasa porque tus hormonas están a mil y coincide con un momento similar de quien te acompaña. Pero la realidad es que el sexo mejora cuando se habla, cuando se conoce al otro, cuando hay confianza suficiente para decir “esto me gusta” o “esto no”. La intimidad no sale sin confianza. Y el placer, no el de la sorpresa, el duradero, forma parte de una conexión íntima y exclusiva que crece con la práctica y, ojo, desde la más absoluta vulnerabilidad.
5. El amor no siempre rima en consonante
La poesía ha hecho mucho por embellecer el amor, pero también ha contribuido a crear expectativas que la realidad no puede cumplir. El amor no siempre es épico, ni perfecto, ni de película. No siempre rima en consonante, porque es imperfecto. Y está bien que sea así. Porque la vida tampoco lo es. Hay desencuentros, hay tiempos diferentes, hay momentos en los que uno necesita espacio y el otro necesita abrazos. Y eso no significa que el amor haya fracasado. Significa que es humano.
6. Cada amor es único
No hay fórmulas. Ninguna historia pasada te prepara para lo que vivirás con otra persona. No importa cuántas veces hayas amado antes: cada vínculo es una aventura inédita. Si lo abordas con manuales, lo matas antes de empezar. Si te empeñas en repetir patrones, no le estás dando espacio a lo nuevo. El amor no necesita certezas, necesita margen para que pasen cosas. Y sólo si pasan puedes enamorarte realmente.
7. Deberías amar como aventura, no como salvación
El amor debería vivirse con la ligereza de quien no lo necesita, pero lo elige. Como quien se lanza al mar no para encontrar tierra, sino para disfrutar del oleaje. Esto es una aventura que no tiene prólogo, ni sinopsis, ni manual de instrucción. Así que no puedes vivirlo como una misión desesperada por completar tu identidad. Así, sin guiones, sin finales forzados, sin miedo. Así, el amor no quema (fuera de la cama), pero sí debería iluminar.
El error más profundo que cometemos con el amor es pensar que viene a completarnos. Que nos debe algo. Que es obligación de alguien más sostenernos. El amor real no promete quedarse, no exige reciprocidad absoluta, no garantiza nada. Sólo lo sugiere. Y justamente por eso puede ser hermoso si dejas que se mantenga libre. Si lo eliges sin necesidad. Si lo vives sin tratar de poseerlo, lo disfrutarás y durará. Porque al final, no es el amor quien te salva. Eres tú mismo tratando de mejorar personalmente, para saber gozar de todo lo demás que te pase.
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