
¿Qué harías si te dijera que estás votando en contra de ti mismo?
Puede sonar provocador, pero es urgente. Una parte importante de los jóvenes en España —el 21% de los chicos y el 12,7% de las chicas menores de 25 años— han apoyado opciones ultra derechistas como las de Santiago Abascal o Alvise Pérez. Lo han hecho, quizás, con la ilusión de estar sacudiendo el sistema, dando una patada al tablero, rebelándose. Pero lo que están firmando, en realidad, es su rendición.
¿De verdad crees que la ultra derecha va a salvarte? Mira bien: lo que viene con ella no es libertad, sino control. No es futuro, es retroceso.
1. Clase trabajadora disfrazada de “anti-woke”
La mayoría de vosotros —y tú también, probablemente— sois parte de la clase trabajadora. Quizás estudias, curras a media jornada, alquilas una habitación por un dineral o vives con tus padres sin ver claro cómo salir de ahí. La ultra derecha no sólo no va a arreglar eso: lo va a empeorar.
Porque cuando proponen suprimir la educación y la sanidad públicas, te están quitando tus únicos recursos reales de ascenso social. Sin becas, sin hospitales públicos, sin ayudas al alquiler o al emprendimiento joven… ¿qué te queda? Ser dependiente del sueldo que otro decida pagarte. Y si no estás en su tribu, en su raza, en su “normalidad”, peor aún.
2. Tu libertad sexual no cabe en su cruzada moral
La ultra derecha no cree en tu derecho a decidir sobre tu cuerpo, ni en tu orientación sexual, ni en el aborto, ni en que tú vivas con quien te dé la gana. Hablan de «libertad» mientras diseñan leyes que restringen tu forma de amar, de vestirte, de expresarte.
Crees que eres libre porque puedes hacer memes, pero la ultraderecha quiere vigilar tu cama, tu aula y tu móvil. Si no eres blanco, heterosexual, nacionalista y obediente, te quieren fuera del sistema. Y si lo eres, pero no tienes dinero, tampoco saldrás nunca de la «escoria social» (que dirían sus referentes del siglo XIX) a la que ellos, por mucho que vendan lo contrario, desprecian.
3. Te quieren ignorante, obediente y entretenido
¿Piensas que te estás volviendo más fuerte votando “a lo bestia”? Lo que están haciendo es usar tu hartazgo contra ti. La escuela pública les molesta porque enseña a pensar. La cultura les molesta porque enseña a dudar. La historia les molesta porque les desenmascara.
Han conseguido que muchos vean el pasado como una peli de acción: nazis malos, héroes buenos. Pero eso fue real. Campos de concentración, persecuciones, tortura, hambre. El fascismo no era un videojuego ni una narrativa épica. Era y es un proyecto de control total, de destrucción de lo diferente. Y Franco, lejos de salvar el país, lo dejó sin pensadores, escritores, divergentes, profesores y soñadores.
4. Cuando el autoritarismo te parezca útil, ya será tarde
El CIS ya lo advirtió: un 17% de los jóvenes en España cree que un gobierno autoritario podría estar justificado si “las cosas vienen mal dadas”. Pero, ¿quién decide cuándo las cosas van mal? ¿Tú? ¿O ellos?
Hitler llegó al poder por las urnas. Mussolini también. No hace falta bigote para ser un dictador. Basta con TikTok, una sonrisa hueca y un enemigo fácil al que señalar. Eso, claro, y que tú no tengas capacidad de crítica suficiente para discernir lo que es libertad y esclavitud, o pensar y que piensen por ti.
5. No es rebeldía: es sumisión con banderita
Lo revolucionario no es repetir los discursos del poder con estética de “outsider”. Lo revolucionario es defender tus derechos y los de otros, pensar por ti mismo, cuidarte y cuidar. La ultraderecha no quiere que pienses: quiere que obedezcas, que odies, que sigas el juego.
No te confundas: si tú hoy puedes estudiar, amar a quien quieras, votar o subir un vídeo diciendo lo que piensas, es porque otros antes lucharon contra los mismos que hoy te prometen “orden” y “patria”.
Simplificando, como ellos:
- La ultra derecha no te representa, te instrumentaliza.
- Si gana, tú pierdes: educación, sanidad, libertad, derechos.
- No es el sistema el que se tambalea: eres tú cayendo en su trampa.
Despierta. No eres el héroe de una distopía. Eres el objetivo.
¿Rebeldía? La verdadera empieza cuando entiendes de qué lado estás.
Y contra qué monstruos, sin disfraz, hay que volver a luchar.
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