
La naturaleza ha esperado más de medio siglo para ser escuchada. Ahora, por fin, se da un paso en la dirección correcta: la restauración ambiental de dunas en cinco playas del sur de Alicante. Pero no se trata solo de una inversión técnica, sino de una oportunidad para cambiar el rumbo de cómo tratamos nuestro litoral.
La empresa valenciana Agricultores de la Vega S.A. ha sido la adjudicataria de un proyecto vital para la regeneración de los sistemas dunares en playas de municipios como Santa Pola, Elche, Guardamar del Segura, Torrevieja y Pilar de la Horadada. El contrato, que alcanza los 855.870 euros, tiene un plazo de ejecución de 12 meses y contará con el respaldo técnico y ambiental de la ingeniería Typsa.
Las actuaciones incluyen la eliminación de especies invasoras, la plantación de vegetación autóctona, la instalación de captadores de arena, vallas blandas para evitar el acceso descontrolado y la colocación de paneles informativos para concienciar a la ciudadanía. Estas acciones, lejos de estar pensadas solo para mantener el atractivo turístico, buscan restaurar un ecosistema que ha sido sistemáticamente ignorado durante décadas.
En lugares como Urbanova, El Altet, La Marina, El Moncayo y Las Higuericas, la degradación es especialmente grave. La presión urbanística y el turismo masivo han desplazado a la vegetación natural y alterado profundamente el equilibrio de estos entornos. Santa Pola, testigo directo de este deterioro, puede y debe ser un ejemplo de cómo revertir esa tendencia.
Más allá del discurso técnico, el mensaje es claro: la costa no puede seguir respondiendo solo a las necesidades del turismo. Es momento de poner en valor los ecosistemas costeros por lo que son, no por lo que ofrecen. No se trata de embellecer para agradar, sino de restaurar para vivir en equilibrio.
Desde el Ministerio para la Transición Ecológica se subraya que el proyecto se integra dentro del Plan Estratégico Nacional para la Protección de la Costa Española frente al Cambio Climático, y que requiere de un mantenimiento anual de entre el 10% y el 15% del coste inicial para garantizar su eficacia.
Pero más allá de los números, lo que se exige ahora es un cambio de mirada: cuidar la costa no es una opción estética, es una necesidad ecológica y ética. Y lo que no se ha hecho en 60 años, urge comenzar hoy.
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