
El antiguo Cine Ideal de Alicante cumple cien años. Un siglo de historia, arte y memoria colectiva… y, sin embargo, su futuro sigue atrapado entre la desidia institucional y los intereses privados. Mientras la ciudadanía se organiza para celebrar esta efeméride con dignidad, las administraciones continúan mirando hacia otro lado, dejando que uno de los símbolos más emblemáticos de la cultura alicantina languidezca en la espera interminable de una licencia o una decisión política que nunca llega.
El edificio, joya del modernismo alicantino diseñado por Juan Vicente Santafé y Arellano, fue inaugurado el 10 de octubre de 1925. Cien años después, sigue en pie —no gracias a las instituciones, sino a la resistencia ciudadana—. Desde que el Grupo Baraka, propiedad de Trinitario Casanova, se hizo con el inmueble en 2019 con la intención de transformarlo en un hotel boutique, el Ideal se ha convertido en rehén de un juego burocrático que perpetúa la parálisis y amenaza con borrar otro pedazo del alma de la ciudad.
Baraka pidió licencia para su proyecto en 2020, pero el Ayuntamiento de Alicante aún no ha dado respuesta. Ni sí, ni no. Solo silencio administrativo, excusas y revisiones eternas de catálogos de protección que parecen diseñadas más para ganar tiempo que para proteger el patrimonio. La Conselleria de Cultura, por su parte, acumula documentos y promesas vacías mientras evita tomar una decisión clara: declarar el Cine Ideal Bien de Interés Cultural (BIC), algo que múltiples informes técnicos, partidos y colectivos ciudadanos llevan años reclamando.
El Consell tuvo incluso la oportunidad de recomprar el edificio para devolverlo a la ciudadanía, pero renunció, alegando motivos económicos. Así, mientras se alegan “limitaciones presupuestarias” para rescatar un símbolo de la cultura alicantina, sobran recursos para grandes obras y proyectos privados. Una vez más, la cultura se sacrifica en el altar del beneficio inmobiliario.
Ante esta inacción, son los movimientos ciudadanos quienes mantienen viva la llama del Ideal. Las plataformas Salvem l’Ideal y Unir Alacant han organizado un acto conmemorativo el próximo 8 de noviembre, proyectando sobre la fachada del edificio la misma película con la que se inauguró hace un siglo: un cortometraje de Harold Lloyd, acompañado por una pianista en directo, para recrear la experiencia original del cine mudo. Un gesto simbólico pero profundamente político: la cultura se defiende en la calle cuando el poder la abandona en los despachos.
“Es intolerable que el mejor ejemplo de la arquitectura cinematográfica valenciana siga sin protección oficial”, denuncian desde los colectivos. El Ideal no es solo un edificio, es la memoria viva de una ciudad que fue referente cultural en los años 20 y que hoy corre el riesgo de quedar reducida a decorado turístico sin alma.
A su alrededor, la avenida de la Constitución (antigua calle Zorrilla) conserva aún vestigios de aquel esplendor: el Mercado Central, la Casa de Socorro, las casas burguesas de Gomis, Bergé o Alberola… testigos de una época en la que Alicante construía identidad, no la vendía al mejor postor.
Pero mientras los alicantinos preparan velas para celebrar cien años de historia, el Ayuntamiento, la Conselleria y el Consell siguen sin mover ficha. La ciudadanía lo tiene claro: el Cine Ideal debe ser público, cultural y vivo, no otro hotel de lujo más.
Porque si el Ideal cae, no será por el paso del tiempo, sino por la cobardía de quienes, pudiendo salvarlo, prefirieron mirar hacia otro lado.
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