
Alicante se prepara para un verano sin precedentes en lo musical. Desde este mismo fin de semana con el Spring Festival, la ciudad entra en una dinámica casi frenética de conciertos: prácticamente un gran evento cada día. Una oferta apabullante que posiciona a Alicante como destino cultural y turístico de primer nivel… aunque todavía no dé la sensación de que todas las instituciones se lo crean del todo.
El ejemplo más llamativo es la llegada de alma Occident, un festival ya consolidado en Barcelona y Madrid, que desembarca en el Multiespacio Rabasa con una propuesta cuidada al detalle y un cartel potente: Seal, Texas, Jethro Tull, Molotov, UB40, Kool & The Gang, entre otros. Junto a ellos, bandas locales como Nueve Desconocidos, Otto, Penélope o Viscopaf, en una apuesta valiosa por el talento emergente de la provincia.
La programación es ambiciosa, el impacto está garantizado, el modelo funciona. Y sin embargo, sigue costando ver una implicación institucional que vaya más allá de la promoción puntual o el titular. Hay datos —más de 400.000 espectadores en festivales el año pasado, 40 millones de euros en retorno económico— y hay herramientas como subvenciones o la ventanilla única. Pero falta visión. Falta convicción.
Porque mientras se presenta la ciudad como “capital de festivales”, en la práctica muchos promotores siguen enfrentándose a una burocracia compleja, a espacios infrautilizados, a una falta de continuidad en el apoyo a los artistas locales, y a una desconexión entre cultura y turismo que aún no termina de resolverse. Se agradecen las líneas estratégicas, pero falta una estrategia real, coherente y sostenida. No basta con sumarse a eventos de éxito; hay que creer en ellos desde el principio, facilitarlos y construir ciudad a partir de ellos.
alma Occident llega con la maquinaria bien engrasada: una experiencia que va más allá de la música, que cuida al público, que da espacio a los jóvenes, que entiende que un festival es también un acto de comunidad. Ojalá quienes gestionan la cultura y el turismo en Alicante no solo pongan los sellos y corten las cintas, sino que apuesten de verdad. Porque el potencial está ahí. Lo que falta, todavía, es voluntad de asumirlo como algo propio.
Deja una respuesta