
Una investigación destaca que la actividad física al aire libre potencia la memoria, la atención y la velocidad de procesamiento mental en niños, más allá de los beneficios del ejercicio en espacios cerrados. El estudio pone sobre la mesa la necesidad urgente de liberar a la infancia de la sobreexposición a las pantallas y reconectar con la naturaleza.
En un contexto educativo cada vez más dominado por la tecnología, donde los niños y niñas pasan largas horas frente a pantallas dentro de aulas, hogares e incluso durante su tiempo de ocio, un nuevo estudio publicado en Physiology & Behavior subraya una verdad esencial: el entorno importa. Y mucho.
Investigadores de la Universidad de Nottingham Trent han demostrado que el ejercicio físico realizado al aire libre, en contacto con la naturaleza, tiene un impacto significativamente mayor sobre funciones cognitivas esenciales como la memoria de trabajo, la atención sostenida y la velocidad de procesamiento mental, en comparación con el mismo ejercicio realizado en espacios interiores.
Naturaleza y libertad: claves para el desarrollo cognitivo
El estudio, realizado con 45 niños de entre 11 y 13 años en dos escuelas británicas, comparó el rendimiento cognitivo después de sesiones idénticas de baloncesto, una al aire libre y otra en el gimnasio. La única variable que cambió fue el entorno. Los resultados fueron contundentes: tras jugar al aire libre, los tiempos de reacción disminuyeron más, la precisión aumentó y los beneficios se mantuvieron incluso 45 minutos después de finalizar la actividad.
Este hallazgo no solo revela el poder de la actividad física, sino también la importancia del entorno natural como facilitador del bienestar y la función cerebral. Tal como explica la Teoría de la Restauración de la Atención, los entornos naturales permiten que el cerebro “descanse activamente”, al ofrecer estímulos suaves y no invasivos que favorecen la recuperación de recursos mentales.
Pantallas vs. experiencias sensoriales reales
Este tipo de investigaciones es clave en un momento en que el desarrollo infantil se ve cada vez más condicionado por el uso excesivo de dispositivos electrónicos. Los niños necesitan moverse, explorar y experimentar con sus cuerpos en entornos reales y multisensoriales. El juego libre y activo al aire libre no es un lujo ni un recreo: es una necesidad biológica y pedagógica.
En contraposición, las pantallas limitan el movimiento, la interacción social y el contacto con el mundo físico. No solo empobrecen el desarrollo motor y emocional, sino que también pueden obstaculizar procesos cognitivos como la atención y la memoria si no se utilizan con criterio pedagógico.
Una llamada a repensar los entornos escolares
Este estudio plantea una cuestión crítica para los responsables educativos: ¿estamos ofreciendo a nuestros estudiantes las condiciones adecuadas para aprender y desarrollarse plenamente? La arquitectura escolar, los horarios rígidos, la presión académica y la dependencia de la tecnología están alejando a los niños de los entornos naturales que su mente necesita para crecer.
Incorporar espacios verdes reales en las escuelas, abrir tiempo para el juego libre, y priorizar actividades físicas al aire libre no solo son prácticas deseables, sino imprescindibles. No se trata de rechazar la tecnología, sino de equilibrarla y utilizarla con un enfoque humanista y basado en evidencia.
Conclusión: más naturaleza, menos encierro
El mensaje de esta investigación es claro: la libertad de jugar y moverse al aire libre no solo es un derecho de la infancia, sino una herramienta poderosa para su desarrollo cognitivo y emocional. Es hora de que las políticas educativas reconozcan el valor de lo esencial: el cuerpo en movimiento, el aire libre, el juego compartido. Todo aquello que ninguna pantalla podrá nunca reemplazar.
Referencia:
Outdoor physical activity is more beneficial than indoor physical activity for cognition in young people, Physiology & Behavior.
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