
Una melodía aparece sin previo aviso. No suena en la radio, nadie la ha puesto. Pero ahí está. Y vuelve. Como si alguien, dentro de tu cabeza, le diera al “repeat” sin preguntarte. Te acompaña mientras caminas, cocinas o simplemente intentas concentrarte en otra cosa.
Lo que estás viviendo tiene nombre: earworm (literalmente, “gusano del oído”). Es un fragmento musical que se cuela en tu mente y se reproduce una y otra vez, aunque no quieras. Puede ser algo anecdótico o convertirse en una tortura mental. Pero no eres el único.
Según la Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., el 98% de la población occidental ha tenido alguna vez un earworm. Lo más común es que sea algo pasajero, curioso, incluso divertido. Pero para algunas personas, la repetición se vuelve molesta, invasiva, angustiante.
¿Por qué ocurre?
La ciencia todavía no lo tiene del todo claro, pero sí hay algunas pistas. El estudio de la musicóloga Kelly Jakubowski reveló que los earworms suelen tener ciertas características en común: melodías simples, repetitivas, fáciles de tararear y con un tempo algo más rápido de lo normal.
Algunas canciones que salieron en su estudio como más “pegajosas” fueron:
- “Bad Romance” – Lady Gaga
- “Can’t Get You Out of My Head” – Kylie Minogue
- “Bohemian Rhapsody” – Queen
- “Poker Face” – Lady Gaga
No es casualidad: son melodías memorables, diseñadas para no soltarte. Pero no es solo cosa de la música: también depende de tu mente.
La responsable es la corteza auditiva, la misma que se activa cuando escuchamos música de verdad. Pero en este caso, basta con imaginarla. Y si tu estado emocional acompaña —estrés, nostalgia, aburrimiento— es más probable que ese bucle aparezca.
Algunas personas son más propensas que otras. En la mayoría, la experiencia es pasajera. Pero si se vuelve persistente e incontrolable, puede estar relacionada con otros trastornos: obsesiones, migrañas, incluso ciertas lesiones cerebrales. No es común, pero ocurre.
¿Cómo parar el bucle?
Curiosamente, lo peor que puedes hacer es intentar bloquear la canción. La mente no responde bien a la prohibición: cuanto más intentas no pensar en algo, más se aferra. Es lo que se conoce como el “efecto irónico” descrito por el psicólogo Daniel Wegner.
En lugar de luchar, prueba con aceptar. Escuchar la canción completa a veces ayuda. Sustituirla por otra (sí, cambiar una por otra) también puede funcionar. Algunos incluso recomiendan mascar chicle para interrumpir la repetición mental.
Desde que empecé a escribir esto, “Déjame vivir con alegría” no se ha ido. Ahora sé por qué. Y aunque no pueda evitar que vuelva mañana, al menos entiendo que no estoy solo, que no es casualidad… y que mi mente, como la de todos, tiene sus propias formas de procesar la música.
Y tú, ¿Qué canción vuelve una y otra vez sin permiso? ¿Tienes tu propio earworm recurrente? ¿Has encontrado alguna forma de silenciarlo?
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