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¡Hasta pronto Kara Walker!

8 de septiembre de 2025 por Jon López Dávila Deja un comentario

El MACA se vistió de despedida el sábado, aunque, la realidad, es que, ni con alas, ni sombras, ni piernas, ni pateras simuladas quería, nadie, marcharse del todo. Después de meses en los que la voz de Kara Walker ha resonado exitosamente en Alicante —más de 45.000 visitantes atravesaron sus salas, batiendo récords y prejuicios—, el cierre fue, paradójicamente, un nuevo comienzo.

En los alrededores, la vida seguía con su desorden armónico: parejas que entraban a la iglesia de Santa María, terrazas casi llenas, vecina sin corbata, turistas desorientados con mapas inútiles, y hasta novios a punto de decirse “sí”. Pero bastaba cruzar la Plaza del MACA para encontrar otro tipo de celebración: un congreso de aves migratorias, jóvenes que, en lugar de graznar, debatían.

Eran los participantes del Campus Escénico Burning Summer 2025, coordinados por Ambulantes Lab. Presentaron “Picos de Europa”, un trabajo coral que bebía directamente de la obra de Walker, como si cada gesto suyo fuese un eco contra la opresión, una advertencia de que el silencio no es neutral: el silencio también encadena. Aunque no siempre veamos quien pone el candado.

La ironía flotaba como un telón invisible. La obra de Walker, tan incómoda y necesaria, insistía en que la historia no se borra bajando la voz. Que las cadenas no desaparecen porque las ignores. El público, recogido en ese pensamiento, se dejó arrastrar poco a poco hacia otro territorio, más cálido y vibrante.

Antes de anochecer, las raíces africanas llegaron a la plaza con Luna de África, un conjunto que funde danza y percusión en una llamada ancestral. El sonido de los tambores no era solo música: era memoria, resistencia, y también un recordatorio de que el mestizaje enriquece. Resultaba casi un gesto político, en una ciudad donde las instituciones insisten en negar la acogida de inmigrantes, dio gusto ver a los cuerpos vibrando con energía salvaje, compartiendo un latido común.

El cierre no fue clausura, sino contagio. Entre tambores, pasos de baile y un público que se dejaba llevar, la despedida de Kara Walker en el MACA se transformó en una afirmación de vida. Y quizá ese sea el mayor triunfo de la exposición: recordarnos que la cultura no es solo contemplación, sino resistencia, comunidad y, sobre todo, un recordatorio de que todos tenemos derecho a soñar.

Ahora, nos toca emerger de la sombra. Hacernos visibles. Y volar, o al menos, intentarlo.

Publicado en: ALICANTE CIUDAD, ARTE, crónicas, ESCÉNICAS, noticias breves, REVISTA Etiquetado como: Alicante Cultura




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