
Más de mil personas salieron este viernes a las calles de Alicante para denunciar una situación insostenible: la turistificación desbocada de algunos barrios y la proliferación sin control de apartamentos turísticos. La marcha arrancó desde un lugar cargado de simbolismo, la Librería 80 Mundos, uno de los negocios históricos de la ciudad que ha visto cómo la especulación inmobiliaria promovida por grandes fondos amenaza su existencia y la de la vida vecinal en el centro urbano.
La protesta, organizada por la plataforma ciudadana Alicante, ¿a dónde vas?, recorrió la Avenida General Marvá hasta la Plaza de los Luceros y concluyó en la playa del Postiguet. Los asistentes, muchos de ellos vecinos afectados por la expulsión forzada de residentes y el encarecimiento del alquiler, reclamaron el derecho a vivir en sus barrios. “Casas para el pueblo, y no para el turista”, fue uno de los lemas más coreados.
El Ayuntamiento, lejos de anticiparse o dar una respuesta firme, ha llegado tarde y mal. Esta misma semana, en un intento por calmar las aguas, ha aprobado una moratoria para frenar nuevas licencias en edificios enteros destinados a apartamentos turísticos. La medida, respaldada por el PP y el PSPV, no solo llega después de años de permisividad, sino que además incorpora condiciones que podrían vaciarla de contenido. No es de extrañar que la plataforma organizadora la considere insuficiente y puramente cosmética.
Quienes han estado al frente de esta movilización denuncian que Alicante está siendo convertida en un “parque temático para el turismo de borrachera”, con la complicidad —o al menos la dejadez— de las autoridades locales. La falta de políticas valientes ha favorecido a grandes inversores, especialmente extranjeros, que compran bloques enteros y expulsan a las comunidades de siempre, reduciendo los barrios a decorados para visitantes efímeros.
La protesta contó con la participación de algunos representantes de partidos de izquierda, aunque su apoyo puntual contrasta con años de tibieza institucional. La ciudadanía, mientras tanto, ha asumido el papel que el Ayuntamiento ha preferido ignorar: defender Alicante como un lugar para vivir, no como una mercancía para explotar.
El acto finalizó con la lectura de un manifiesto a cargo de Sara Trigueros y Carmen Juan, responsables de la Librería 80 Mundos, convertida en símbolo de resistencia frente a un modelo de ciudad que expulsa a quienes la construyen cada día.
Es insufrible, da asco piar la calle, nos quedamos sin librerías, papelerías, carnicerías. Pescaderías y todas las iras que constituyen el tejido social de cualquier ciudad que se precie.