
La transformación digital de la sanidad avanza en España con la puesta en marcha este verano de un proyecto piloto que introducirá sistemas de inteligencia artificial en las consultas de atención primaria. Lejos de plantear una sustitución del trabajo médico, esta herramienta busca reforzar la calidad de la atención poniendo el foco en lo esencial: la relación humana entre médico y paciente.
La propuesta consiste en aplicar sistemas de transcripción automática que conviertan la conversación clínica en texto estructurado de forma casi inmediata. Esto permitirá al personal médico dejar de mirar constantemente a la pantalla y dedicar toda su atención a la persona que tiene delante, recuperando una comunicación más natural, directa y empática.
La tecnología, que ya está operativa en países como Reino Unido y en fase de implantación en Suecia y Suiza, no solo transcribe, sino que resume y organiza la información con codificaciones clínicas compatibles con los historiales digitales. Así, una vez finalizada la consulta, el profesional sanitario revisa, ajusta si es necesario, y valida el contenido antes de que se integre automáticamente en el historial del paciente.
Más allá de la transcripción, el proyecto contempla otros usos futuros de la inteligencia artificial tanto para los pacientes —como asistentes virtuales para la gestión de citas o el seguimiento de tratamientos— como para los profesionales —desde la gestión de agendas hasta la propuesta automatizada de pruebas o recetas—. Sin embargo, el enfoque es claro: dotar al sistema sanitario de herramientas que optimicen procesos, sin deshumanizar el trato ni reducir la intervención experta del médico.
La iniciativa se implementará inicialmente en centros de salud de siete comunidades autónomas durante junio y julio, con el objetivo de evaluar su viabilidad técnica y funcional. Si todo avanza según lo previsto, su despliegue se completará antes de que finalice 2027, gracias a una inversión de más de 220 millones de euros procedentes de fondos europeos y estatales.
Esta evolución es un ejemplo del equilibrio que debe buscarse en la revolución digital: usar la tecnología para ganar en eficiencia y cercanía, sin delegar en ella la esencia de profesiones que, como la medicina, se fundamentan en la empatía, la escucha activa y la experiencia humana. La IA puede y debe ser una aliada, pero nunca un sustituto del criterio y el contacto real entre personas.
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