
La Federació de les Fogueres de Sant Joan ha solicitado al Ayuntamiento de Alicante un aumento de las ayudas municipales destinadas a las comisiones, que en muchos casos han elevado el nivel de sus monumentos tras los cambios normativos sobre los racós. El problema es que el presupuesto actual no cubre los mínimos exigidos por esas nuevas categorías, lo que abre un debate sobre la escala de prioridades en el reparto de fondos públicos.
Las Hogueras son, sin duda, un escaparate de la ciudad. Generan empleo temporal en talleres de artistas, dinamizan la hostelería, atraen turismo y funcionan como una plataforma simbólica en la que se mezclan tradición, sátira y política. Alicante se proyecta al exterior a través del fuego, el ruido y la pólvora, en un ciclo anual que culmina con la exaltación de la fiesta como seña de identidad.
Sin embargo, la inversión pública en estas celebraciones contrasta con la situación de otros ámbitos culturales y sociales. La cultura menospreciada, en muchos casos por las Hogueras —teatro independiente, música, espacios alternativos— sobrevive con presupuestos irrisorios, muy alejados del volumen de gasto festero. Y en el plano social, las entidades del tercer sector denuncian que, tras la entrada de VOX en el gobierno municipal, las subvenciones a proyectos de acción social se han reducido o quedado infradotadas, afectando directamente a colectivos vulnerables.
El debate trasciende la cuestión económica: ¿qué representa Alicante hacia dentro y hacia fuera? ¿Un modelo en el que la fiesta se convierte en motor económico y foco mediático, aunque a costa de la precariedad cultural y social? ¿O una ciudad que reparte sus recursos de forma equilibrada entre el espectáculo colectivo y la vida cotidiana de su ciudadanía?
La celebración del centenario de las Hogueras se acerca, y con él la presión para mantener su prestigio como Bien de Interés Cultural. El dilema está en cómo equilibrar tradición, orgullo local y sostenibilidad económica con las necesidades culturales y sociales que siguen a la sombra de la fiesta.
Eso sí, si puede ser, que la fiesta sea para todo, y dure todo el año, que con un petardo más o menos, se puede pedir (y no va con segundas) pero sin comer: no.
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