
El 5 de agosto de 2025 se cumplen 86 años del fusilamiento de las Trece Rosas, trece jóvenes mujeres que fueron ejecutadas en Madrid en 1939 por el régimen franquista. Su muerte, símbolo del horror represivo tras la Guerra Civil Española, sigue siendo un grito de memoria, dignidad y justicia.
Las Trece Rosas eran militantes de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), la mayoría de ellas con apenas 18 o 19 años. Fueron arrestadas en los días posteriores al final del conflicto bélico, acusadas falsamente de participar en una conspiración contra el nuevo régimen. El 3 de agosto fueron condenadas a muerte en un juicio sumarísimo, sin garantías, y ejecutadas al amanecer del 5 de agosto de 1939 frente a las tapias del Cementerio del Este de Madrid.
No cometieron ningún crimen. Su único delito fue defender ideales de libertad, justicia social y democracia en una época en la que pensar diferente podía costar la vida. Algunas ni siquiera habían tenido una participación activa en la resistencia; bastaba con ser joven, mujer y tener convicciones.
Entre ellas estaban Carmen Barrero, Blanca Brisac, Julia Conesa, Pilar Bueno, Virtudes González, Ana López, Elena Gil, Joaquina López, Dionisia Manzanero, Victoria Muñoz, Luisa Rodríguez, Martina Barroso y Antonia Torres. Sus nombres, una vez silenciados, hoy resuenan con fuerza en cada acto de memoria democrática.
Una de ellas, Julia Conesa, escribió antes de morir una carta que ha quedado grabada para siempre en la conciencia colectiva:
“Que mi nombre no se borre en la historia”.
Y no lo ha hecho.
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