
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció este lunes un paquete de medidas dentro del Plan Estatal de Vivienda 2026-2029 que, según el Ejecutivo, pretende aliviar el principal problema de emancipación en España: el acceso a la vivienda. Entre ellas, destacan una ayuda de casi 30.000 euros para jóvenes en régimen de alquiler con opción a compra, un seguro de impago de rentas y subvenciones de hasta 10.800 euros para adquirir vivienda en municipios rurales.
España es, junto con Croacia, Eslovaquia o Italia, uno de los países europeos donde los jóvenes se emancipan más tarde, en torno a los 30 años, y Alicante es un espejo claro de esta realidad. En una provincia donde los precios del alquiler se han disparado, en buena parte por la presión turística y la falta de vivienda pública, muchos jóvenes —y cada vez más adultos de más de 40 años— ven imposible salir del nido familiar o pagar un techo sin destinar más del 50% de su sueldo.
El anuncio de Sánchez busca dar respuesta a esta crisis estructural. Sin embargo, la medida de los 30.000 euros se limita a viviendas de protección oficial y deja fuera la mayoría de la oferta real del mercado alicantino. Y es que, aunque la ayuda pueda sonar ambiciosa, la construcción de vivienda protegida en la provincia es prácticamente testimonial desde hace años.
El propio presidente reconoció que “no existen atajos” y que se trata de un problema complejo que requiere la implicación de comunidades autónomas y ayuntamientos. Pero a un gobierno progresista se le presupone que ponga por delante a quienes más sufren: trabajadores precarios, jóvenes atrapados en casa de sus padres y familias enteras que viven al día, en una provincia donde acceder a lo que la Constitución garantiza como un derecho —la vivienda— se ha convertido en un lujo.
En paralelo, este sábado colectivos vecinales han convocado en Alicante una “termometrada” para medir la diferencia de temperatura entre zonas arboladas y calles asfaltadas sin sombra. El objetivo es demostrar con datos lo que cualquiera puede sentir a pleno sol: un árbol puede marcar varios grados de diferencia y mejorar la vida urbana.
La coincidencia no es casual. Mientras se anuncian grandes planes de vivienda aún por aterrizar, la realidad en Alicante es que miles de personas no solo no encuentran casa asequible, sino que tampoco cuentan con barrios diseñados para resistir el calor extremo. En este contexto, la exigencia ciudadana es clara: menos anuncios, más hechos.
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