
En un momento en el que la música independiente parece debatirse entre la sobreproducción y la nostalgia, Los Turanga irrumpen con su primer EP como una bocanada de aire caliente —y festivo— en pleno verano. Canciones para un guateque condensa en cuatro temas una energía cruda y contagiosa, diseñada para bailar, cacarear y saltar sin mirar el reloj.
Con un surf digno de las mejores playas de California, apto para esta Ola de calor interminable, el EP ha sido Grabado, mezclado y masterizado de forma totalmente artesanal en casa, lo que no quita para que el disco respire cercanía y honestidad.
Nada aquí suena impostado: cada arreglo, cada golpe de percusión y cada coro parecen hechos con las manos, no con plantillas. Ese carácter “do it yourself” se refuerza con una producción que abraza las imperfecciones como parte de su encanto, manteniendo un pulso constante que pide ser trasladado al directo (a ver si llega pronto.
El arte de la portada, obra de Simon Domich, capta visualmente esa mezcla de desenfado y detalle que define al grupo. No es solo un complemento: es una extensión de la propuesta sonora, cerrando un lanzamiento que, aunque breve, sabe dejar huella.
Con este debut, Los Turanga demuestran que no hace falta un gran presupuesto para entregar un trabajo sólido y coherente, capaz de transmitir identidad desde la primera escucha. Ahora, como ellos mismos anuncian, viene lo mejor: «llevarlo al escenario, con la intensidad de quien graba y toca como si cada noche fuera la última».
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