
En abril de 2015, entre 200 y 300 personas se concentraron junto al entonces inacabado Mercado Provisional de Elche para protestar por un proyecto que, según denunciaban, había sido impuesto sin consenso. Desde entonces, han pasado diez años marcados por el parón de las obras, la falta de decisiones firmes y la degradación progresiva de un edificio que, durante décadas, fue el corazón comercial del centro histórico.
El Mercado Central ha permanecido cerrado durante más de una década, acumulando deterioro y convirtiéndose en un ejemplo del estancamiento político y la descoordinación administrativa. Solo ahora, tras tres elecciones municipales y múltiples promesas incumplidas, comienzan tímidamente los trabajos en el recinto.
Este martes se inició el vallado del edificio, una acción que simboliza el arranque de la intervención. A lo largo de la mañana se retiraron mesas, sillas y terrazas en la Plaça de la Fruita, mientras brigadas municipales desmontaban maceteros, farolas y otros elementos urbanos. El entorno del mercado empieza así a despejarse para dar paso a unas obras que, durante años, se han anunciado sin concretarse.
El edificio, clausurado durante más de diez años, nunca dejó de ser motivo de conflicto. El retraso ha tenido consecuencias visibles: el deterioro estructural del inmueble, el cierre definitivo de muchos negocios y el debilitamiento del tejido comercial del centro de Elche. Durante este tiempo, el mercado dejó de ser un espacio funcional para transformarse en un problema enquistado.
El actual equipo de gobierno ha anunciado el inicio oficial de las obras justo después de Semana Santa, cumpliendo así con una promesa clave de su mandato. Sin embargo, los trabajos comenzarán con actuaciones previas: retirada de elementos del interior, análisis arqueológicos en la zona de los Baños Árabes y desmontaje de la fachada oeste para continuar con las catas.
La intervención ha sido adjudicada a una UTE por 8,8 millones de euros, un 22 % menos del presupuesto inicial. El nuevo proyecto abarcará 3.500 metros cuadrados e incluirá 24 puestos, además de espacios de restauración en los extremos del edificio. Dada la complejidad del entorno, se habilitará una zona específica para el acopio de materiales, ya que no es posible el tránsito de grandes camiones por el centro urbano.
Tras más de una década de anuncios sin materialización, la ejecución de este proyecto llega tarde y en un contexto en el que muchos de los comerciantes originales ya se han retirado. La puesta en marcha del nuevo mercado no solo implica la recuperación física del edificio, sino también un esfuerzo por restituir la confianza ciudadana en una infraestructura largamente prometida y, hasta ahora, incumplida.
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