
Hay conciertos que no se anuncian, se intuyen. Como si el aire de noviembre los trajera envueltos en una calma distinta. El próximo 6 de noviembre, Ricardo Lezón tocará en Sóda Bar (Alicante), y será —sin exagerar— un pequeño lujo para esta ciudad que a veces olvida lo bien que le sienta la melancolía.
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Han pasado seis años desde La Distancia, y su grupo (McEnroe) regresa con “La vida libre”, su nuevo disco, que verá la luz el 14 de noviembre. Pero antes de ese renacer, antes de volver a entregarse del todo, pasarán por Alicante para ofrecernos un adelanto íntimo, casi secreto.
Escuchar Los valientes o La cara noroeste en una sala como Sóda Bar es algo más que asistir a un concierto. Es medir, casi con las manos, la distancia que separa la melancolía de la tristeza. Es descubrir hasta dónde puedes llegar sin romperte. Es cerrar los ojos y dejar que cada acorde te lleve a un lugar donde el tiempo se detiene y todo —de algún modo— vuelve a tener sentido.
Las catarsis serán silenciosas, contenidas. Habrá quien se abrace sin hablar, quien sonría con los ojos vidriosos, quien se pierda en una estrofa que le pertenece desde hace años. Y mientras tanto, McEnroe, con su carisma discreto y su ternura a medio tono, irá deshojando las canciones como si fueran cartas antiguas.
La atmósfera será densa y cálida, casi doméstica. Afuera, Alicante seguirá su ritmo de jueves cualquiera. Dentro, unos cuantos afortunados sabrán que no lo es. Porque ver a McEnroe en una sala pequeña es eso: un lujo raro, un regalo que pasa una vez cada mucho.
















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