
¿Cómo puede ser que quienes han perdido a sus seres queridos, sus casas o su forma de vida tengan que viajar a miles de kilómetros de casa para encontrar algo tan simple —y tan urgente— como humanidad? ¿Cómo puede ser que las víctimas de la DANA hayan tenido que tocar las puertas del corazón de Europa para obtener lo que aquí sigue sin llegar: empatía, reconocimiento y voluntad política?
Este martes, ocho representantes de las tres principales asociaciones de víctimas de la DANA se han reunido en Bruselas con Ursula von der Leyen. Es la misma presidenta de la Comisión Europea que, semanas atrás, pasó dos días en València durante el congreso del Partido Popular Europeo sin encontrar, según su equipo, un solo hueco en la agenda para escucharles. Y no porque no lo intentaran: las víctimas le habían enviado una carta solicitando ese encuentro. Entonces les dijeron que no había tiempo. Ahora sí lo ha habido.
La reunión ha durado hora y media, treinta minutos más de lo previsto. Y, según relatan las asociaciones, han encontrado una Von der Leyen “muy empática, muy atenta, emocionada” mientras escuchaba los relatos de quienes lo han perdido todo o casi todo. El postureo político es obvio, pero les ha prometido que visitará las zonas afectadas por la DANA. No hay fecha aún, pero sí un compromiso claro. Y eso, dicen las víctimas, ya es mucho más de lo que han recibido por parte de sus propios gobiernos.
Rosa Álvarez, de la Asociación Víctimas Mortales de la DANA, le ha dado las gracias por algo que aquí se les ha negado sistemáticamente: por escuchar. Por mirar a los ojos. Por dejarse conmover. Von der Leyen también ha compartido en redes sociales un mensaje de apoyo, agradeciendo sus testimonios y explicándoles cómo funcionan los fondos comunitarios que llegarán a España para la reconstrucción.
Pero más allá de la presidenta, las víctimas han sido recibidas por eurodiputados de distintos grupos: socialistas, verdes, liberales, izquierda europea… Todos menos el Partido Popular y Vox. Según fuentes parlamentarias, el PP alegó problemas de agenda, aunque Esteban González Pons —valenciano, eurodiputado y figura destacada del partido— se verá con las asociaciones este miércoles. Rosa Álvarez no oculta su incredulidad: “Pons es de València, nos podría haber recibido en cualquier barrio de su ciudad”.
Sobre Vox, ni respuesta. Ni ahora ni antes. Es más, PP y Vox ya han votado en dos ocasiones en contra de que las víctimas comparezcan en la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo. Silencio y portazos.
Por eso este viaje a Bruselas no ha sido solo un gesto institucional. Ha sido un acto de dignidad. Las asociaciones han pedido la reconstrucción inmediata de las infraestructuras dañadas, la creación de un comité de seguimiento y una comisión técnica independiente que investigue lo ocurrido. También solicitarán a la UE que supervise los contratos de reconstrucción para garantizar transparencia y eficacia.
“Estamos en el Parlamento Europeo porque aquí sí nos quieren escuchar”, cuenta Mariló Gradolí, portavoz de la associació de víctimes de la DANA del 29 d’octubre. “Nos reciben antes en Bruselas que en València”.
Qué lección más amarga: que para ser tratados con humanidad, hay que cruzar fronteras. Y qué tristeza que en casa, lo que cuesta cero euros —escuchar, empatizar, comprometerse— siga siendo una deuda pendiente.
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