
El Ayuntamiento de Alicante ha anunciado a bombo y platillo la licitación de las obras para reformar un edificio en San Gabriel y convertirlo en 14 viviendas de alquiler para jóvenes. El proyecto, impulsado por el Patronato Municipal de la Vivienda, ha sido aprobado esta semana en Junta General con un presupuesto de más de 1,3 millones de euros. Pero, ¿qué hay detrás de este aparente avance?
En una ciudad con miles de jóvenes atrapados entre sueldos bajos y precios de alquiler disparados, ofrecer 14 miniapartamentos de 40 metros cuadrados parece más una operación de maquillaje político que una respuesta real al problema. ¿De verdad se puede hablar de “prioridad” cuando el resultado es una promoción que solo alcanzará a 14 personas?
Las obras se desarrollarán en un antiguo bloque de viviendas de maestros, ubicado en la calle Fernando Díaz de Mendoza, cedido al Patronato en diciembre de 2023. El objetivo es transformarlo para uso residencial juvenil, con todas las mejoras necesarias: rehabilitación energética, accesibilidad, telecomunicaciones, y una redistribución interior que aumentará las viviendas de 10 a 14. Una de ellas será accesible para personas con movilidad reducida. Además, se incluirá un local comunitario.
El concejal Carlos de Juan insiste en que se trata de un paso adelante dentro de una estrategia más amplia, que incluye otras 15 viviendas en El Portón y una futura promoción de 32 más en San Blas. Pero aunque las cifras puedan parecer prometedoras a primera vista, lo cierto es que el ritmo y la escala de estas actuaciones están muy lejos de responder a la emergencia habitacional que vive Alicante. Las promociones anunciadas no alcanzan ni a cubrir una mínima parte de la demanda actual.
Mientras se celebran pequeños avances, el mercado sigue expulsando a los jóvenes de sus barrios y empujándolos a la periferia o directamente a volver a casa de sus padres. La vivienda pública no puede ser una anécdota o una excusa en época electoral. Hace falta una política de vivienda ambiciosa, estructural y sostenida en el tiempo, no proyectos puntuales que apenas rascan la superficie del problema.
Los fondos europeos del Plan de Recuperación permitirán financiar parcialmente este proyecto, ya que se espera una reducción del 80% en el consumo energético del edificio. Una buena noticia en términos de sostenibilidad, sin duda. Pero sería aún mejor si estos recursos se usaran para transformar el acceso a la vivienda en algo más que un privilegio anecdótico.
Porque 14 viviendas no son un plan. Son un símbolo de todo lo que aún falta por hacer.
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