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Alicante olvida el 25 de mayo: noventa bombas y cero memoria

25 de mayo de 2025 por Jon López Dávila Deja un comentario

En Alicante se «celebran» muchas cosas. Hogueras, procesiones, desfiles, festivales de luces, conciertos en plazas, días de la tapa, noches blancas, ferias del marisco y hasta carreras de tacones. Todo tiene su sitio en el calendario. Todo menos el 25 de mayo. Y no es un día cualquiera. Es el día en que el Mercado Central se convirtió en una fosa común. El día en que Alicante sufrió uno de los bombardeos más salvajes contra la población civil durante la Guerra Civil. El día en que 300 personas murieron a plena luz y a plena compra. Y, sin embargo, el Ayuntamiento calla. O, al menos, no habla lo que debiera sobre el tema.

Cada año, el silencio institucional en torno a esta fecha duele un poco más. Porque la memoria no se borra con el paso del tiempo: se borra con la indiferencia. Y esa, por desgracia, es la política oficial. Como hace unos meses, decía Nieves Concostrina en su charla en el ADDA.

Viajemos a 1938…

Pongámonos en situación. Año 1938. España está hecha trizas. La Guerra Civil lleva dos años desangrando al país y Alicante, último reducto republicano en el Mediterráneo, resiste como puede. El hambre aprieta. Las colas para conseguir un poco de pan, un poco de verdura, un poco de lo que sea, son eternas. Y es entonces cuando la historia decide vestirse de tragedia.

El 25 de mayo, a las 11 de la mañana, nueve aviones italianos Savoia-Marchetti S-79 despegan de Mallorca. Sí, Mallorca, que ya entonces era más de guiris que de catalanes. Pero no venían con chanclas y cámara de fotos. Venían con 90 bombas. Venían con orden de sembrar el terror. Venían a matar civiles, que es algo que se le da muy bien al fascismo cuando no hay trincheras que les planten cara.

El objetivo no era estratégico ni militar: era el Mercado Central. Porque nada asusta más que matar a la gente mientras hace la compra. Porque, como dijo alguien sin alma, “el miedo es un arma tan poderosa como las balas”.

El resultado: una masacre. Un reguero de cadáveres entre los puestos de fruta y los de pescado. Madres con hijos. Ancianos. Mujeres embarazadas. Trabajadores. Gente con hambre, con miedo y con la mala suerte de estar en el peor sitio a la peor hora. Más de 300 muertos, aunque durante décadas se ocultó, se maquilló o se ignoró el número real.


Hoy

Hoy, 25 de mayo, una placa minúscula recuerda en una esquina lo que fue un crimen de guerra. Nadie lee esa placa. La ofrenda floral del Ayuntamiento, exigua y que mañana estará marchita. No hay un acto solemne. No hay campanas. No hay acuerdo entre los grupos políticos… o lo que es lo mismo: no hay nada. Lo más parecido a un recuerdo son las catas arqueológicas que, de vez en cuando, sacan a la luz metralla y huesos. Alicante tiene memoria subterránea, pero no institucional.

Y mientras tanto, los concejales de turno se hacen selfies junto al castillo, se felicitan por los fuegos artificiales, y reparten sonrisas en los plenos como si aquí no hubiera pasado nada. Como si 300 muertos no merecieran un minuto de silencio. Como si recordar molestara más que matar.


Recordar no es abrir heridas: es cerrarlas con dignidad

Hay heridas que no se curan olvidando. Hay nombres que no se deben borrar. Y hay fechas que, si no se honran, nos condenan a repetir la historia. El 25 de mayo no debería ser un día cualquiera en Alicante. Debería ser un día de luto. De memoria. De verdad y de justicia.

Porque la memoria no es ideología. Es humanidad. Y lo que cayó sobre el Mercado Central no fueron bombas rojas ni azules. Fueron bombas fascistas sobre gente inocente. Y eso, por mucho que algunos intenten blanquearlo, es historia. Historia con sangre. Historia con nombres. Historia con lágrimas.

Y si el Ayuntamiento no quiere recordarlo, que al menos no estorbe a quienes sí lo hacemos. Porque la ciudad que olvida a sus muertos no merece a sus vivos.

Publicado en: ALICANTE CIUDAD, en portada, noticias breves, opinión, patrimonio, REVISTA Etiquetado como: Historia




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