
El primer estudio económico centrado exclusivamente en la ciudad de Alicante ofrece una imagen detallada del peso específico del municipio dentro de la provincia. Con apenas el 17% de la población provincial, concentra cerca del 18% de sus empresas y genera el 23,3% del Producto Interior Bruto (PIB) de la provincia, un indicador que pone de relieve su papel como motor económico regional. Sin embargo, este crecimiento no siempre refleja un arraigo con la realidad local o una contribución homogénea al entorno.
El Estudio de los Sectores Económicos de la Ciudad de Alicante, elaborado por el Observatorio Económico de Alicante para la Agencia Local de Desarrollo Impulsalicante, pone el foco en la necesidad de comprender cómo el desarrollo empresarial se distribuye y cómo muchas empresas operan de espaldas a las dinámicas sociales y laborales que coexisten en su mismo entorno.
Una cosa son las cifras y otra como repercuten esas inversiones o esa formación en la realidad de Alicante. Por que sí, cursos de formación de la que personas muy concretas se llevan una buena tajada hay muchos, pero a la hora de la verdad, llega un momento de eso que llaman emprendimiento, que deja puertas cerradas o destinos tras los cuales sólo hay paja.
Por primera vez se identifican los diez sectores con mayor peso por facturación, como el comercio al por mayor y menor, la venta y reparación de vehículos, el transporte, la sanidad, la hostelería, las telecomunicaciones, la construcción y la industria alimentaria. Este mapa permite analizar no solo el impacto económico, sino también el grado de implicación real de las empresas en la mejora del territorio que habitan.
El informe también pone de manifiesto el tamaño medio de las empresas alicantinas, que supera en un 75% a la media provincial, lo que se traduce en mayor empleo y valor añadido. Sin embargo, este dato convive con una realidad en la que muchas compañías siguen desarrollándose sin una vinculación clara con el contexto social más próximo.
En términos de productividad, las cifras son elocuentes: la industria manufacturera alcanza los 57.800 euros generados por trabajador, y los sectores como la venta de vehículos, el comercio al por mayor y el transporte superan los 50.000 euros por empleado. Pero esta eficiencia no siempre se traduce en mejores condiciones laborales para todos los perfiles ni en una respuesta a los desequilibrios del mercado laboral. Los puestos más difíciles de cubrir son los técnicos especializados, comerciales, administrativos e IT, mientras que los más demandados siguen siendo los de logística y mano de obra general.
Uno de los aspectos clave del estudio es el análisis de las áreas industriales, que concentran el 44,5% de la facturación total y el 37,4% del PIB generado por las sociedades mercantiles locales. Estas áreas, como Las Atalayas, Pla de la Vallonga u Ocaña, aglutinan un tercio del empleo industrial y superan los promedios de productividad y tamaño empresarial. No obstante, su desarrollo ha seguido una lógica más centrada en la inversión física que en la integración social o medioambiental de sus actividades.
El crecimiento empresarial también se refleja en la creación de nuevas compañías: en el último año se han registrado 1.000 nuevas empresas en la ciudad, elevando el total a 25.467. Esta evolución señala una recuperación progresiva tras la pandemia, pero no garantiza por sí sola un desarrollo sostenible ni inclusivo. De hecho, el crecimiento numérico puede esconder desigualdades estructurales o una desvinculación del tejido empresarial con los retos sociales y ecológicos del presente.
El estudio destaca también la importancia del capital humano y de la formación especializada. Durante 2024, 579 personas recibieron formación a través de programas locales, mientras que en los primeros meses de 2025 ya suman 305. Estas cifras muestran esfuerzos por alinear oferta y demanda laboral, aunque siguen existiendo brechas difíciles de cubrir, especialmente en perfiles cualificados.
En cuanto al futuro, se proyectan ampliaciones del suelo industrial en más de dos millones de metros cuadrados, lo que permitirá albergar nuevas inversiones. La expansión de Las Atalayas y el desarrollo del Parque Científico-Tecnológico junto a la Universidad de Alicante buscan reforzar el atractivo económico de la ciudad. Aun así, estos avances deberán equilibrarse con una mayor conciencia del impacto territorial, laboral y ambiental de las empresas.
El estudio constituye, en definitiva, una herramienta de análisis relevante para entender mejor la estructura económica local y tomar decisiones informadas. También lanza un mensaje claro: el crecimiento empresarial, por sí solo, no garantiza una economía más justa ni una ciudad más cohesionada. Solo cuando las empresas integran de forma activa su responsabilidad con el entorno, se puede hablar de desarrollo económico real y sostenible.
Deja una respuesta