
A las siete de la tarde en Alicante el calor aprieta, sí, pero no es eso lo que importa. Lo importante es que, en el ecuador de julio, en una ciudad que aún parece debatirse entre su (re)vocación turística y su alma creativa, el centro neurálgico del verano no ha sido la playa, sino el Palacio de la Diputación. El viernes, Casa Mediterráneo tomará el relevo, pero hoy allí unos cuantos centenares de raros, y raras, hemos cambiado bañadores por aplausos para vivir una hora de algo que parece sencillo, pero que en esta ciudad sigue siendo extraordinario: una performance callejera de música, circo y humor al alcance de todos.
Llevo cinco años viniendo al Festival Fresca! con mi hija, que tiene seis. Y cada año vuelvo a casa con la misma sensación: que algo se está sembrando aquí. Que Alicante, pese a las inercias, pese a las dificultades, pese a que aún no hay una política cultural decidida que mire de verdad al teatro, al circo, a la danza, está empezando a creérselo. Y empieza a tener un calendario que enlaza el Circarte, con Abril en Danza, esto, el FITCA, la Muestra de Teatro y algunas cosas interesantes más que nutren una parte de los deseos de los que amamos las ares escénicas.
La apertura de estos 11 días de magia, ha corrido a cargo de Monsieur Florian & Zigurat Circus Band, una pieza divertida, musical, tierna y profundamente honesta. Un empresario de circo venido a menos, sin carpa, sin artistas, con solo una banda fiel y un mozo de pista entrañable han jugado con el público, reivindicado la calle y certificando que el arte sigue vivo cuando hay comunidad, entrega y ganas de jugar.
Durante una hora, hemos sido parte del espectáculo. Los hula hoops volaban. Las risas se cruzaban con acordes de ‘YMCA’, ‘I Will Survive’, ‘The ring of fire’ o ‘Rivers of Babylon‘. Los músicos —maravillosos todos, también como intérpretes— se movían con una energía contagiosa. No hacía falta entender cada número: bastaba con estar allí, con dejarse llevar. Desde mi hija hasta las personas mayores del fondo, pasando por los artistas locales que no faltan nunca a estas citas, todos fuimos niños por un rato.
Y eso no es poco. En una ciudad donde la cultura no siempre tiene espacios, ni horarios, ni apoyos suficientes, ver que cientos de personas se acercan a disfrutar de una obra así en pleno verano, bajo un «techo» institucional, con entrada libre y sin otra pretensión que compartir una emoción común, es un acto de celebración y también de resistencia.
Porque Alicante no es una ciudad muerta, ni dormida. Quizá sea el puto calor, pero es una ciudad que está bullendo. Una ciudad donde se cruzan la precariedad, la gentrificación, los barrios que se vacían y se encarecen, y también un movimiento cultural que empuja, que incomoda, que no deja de hacer preguntas. Y la cultura escénica está justo en medio de todo eso. No como un adorno, sino como una forma de mirar el mundo. De vivirlo, para contribuir a cambiarlo.
Por eso no es casualidad que detrás de esta programación estén Alicia Garijo, y su equipo, que llevan años trazando líneas de programación que apuestan por la calidad sin elitismos, por lo popular sin caer en lo fácil, por el disfrute sin perder conciencia. Fresca! no es solo un festival simpático. Es una declaración: se puede hacer programación escénica de nivel en verano, en Alicante, con presupuesto seguramente insuficiente, pero con visión y con alma.
Salimos de los jardines del palacio con el cielo aún encendido y una canción sonando en la cabeza. Mi hija me ha preguntado si al día siguiente vamos a volver al circo. Lo que ella no sabe es que hoy, yo me siento igual de niño que ella. Y que sí, que la fiesta sigue 11 días más.
Que lujo de Festival y que lujo de publico, de gente variopinta, con ganas de reír y de pasarlo bien y además que gente más agradecida, todos, desde la mas pequeñina a la más mayor…Larga vida al Fresca y a toda la actividad cultural de la ciudad de Alicante, por cierto sorprendente….