
En España, aproximadamente un tercio de las calorías que se consumen proviene de productos ultraprocesados. En países como Estados Unidos, esta cifra puede llegar a representar hasta dos tercios. La comunidad científica ha señalado la relación entre este tipo de productos y un mayor riesgo de padecer obesidad, diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares e incluso alteraciones en el estado de ánimo. Ante esta situación, publicaciones científicas de renombre reclaman a los gobiernos que adopten políticas públicas más firmes para reducir su consumo.
Aunque todavía no existe una definición científica única para determinar qué es un alimento ultraprocesado, sí hay acuerdo en que su consumo resulta perjudicial para la salud. Esto ha sido aprovechado por la industria alimentaria, que argumenta que, debido a esa falta de consenso, no pueden realizarse estudios concluyentes.
Para identificar estos productos, en ausencia de un etiquetado específico, se recomienda prestar atención a ciertos indicadores. Suelen venir en envases llamativos, con diseños coloridos, personajes, eslóganes o mensajes como «rico en hierro» o «refuerza tus defensas». Además, si se revisa la lista de ingredientes, se encuentran sustancias que normalmente no se usan en una cocina doméstica, como largas listas de aditivos, incluidos los potenciadores del sabor que no tienen una función de conservación, sino que alteran las propiedades del alimento.
Estos productos están formulados para lograr una combinación de grasa, sal y azúcares que resulte especialmente placentera para el paladar, generando una sensación de satisfacción muy intensa. Esto puede afectar la percepción del sabor natural de los alimentos, acostumbrando al consumidor a sabores excesivamente intensos.
Muchos ultraprocesados se presentan como opciones saludables gracias a estrategias de marketing, pero en realidad son versiones modificadas de alimentos comunes. Ejemplos de esto son los palitos de cangrejo o las lonchas de pavo, que son carnes procesadas cuyo consumo se recomienda limitar. En contraste, los nutricionistas insisten en la importancia de consumir fruta entera, ya que al procesarla se liberan azúcares libres que deben restringirse en la dieta.
Los especialistas coinciden en que se necesitan medidas regulatorias más efectivas, como la implementación de impuestos o etiquetas más claras. Actualmente, el Ministerio de Consumo está desarrollando una normativa para restringir la publicidad de productos no saludables, incluidos los ultraprocesados. Aunque se están dando pasos positivos, algunos expertos consideran que es necesario avanzar con mayor determinación y mejorar la comprensión del etiquetado para que el consumidor pueda tomar decisiones informadas, aunque reconocen que este camino no será sencillo debido a los intereses del sector.
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