En el día que Trump volvió a ganar, y con el barro, aún, pegado en la suela de las botas, servidor necesitaba hitos locales que desvirtuarán, de alguna manera, las portadas de los periódicos. No sale en titulares, pero en mi edición del miércoles, hay un sofá (de sky rojo) con un gallo negro, con las alas cerradas, sentado al lado de su amigo Jose (de TocaPop), hablando de los años de viajes extrasensoriales, que le ha costado a su alter ego, Villanueva, terminar su cuarto disco, que ya puedes escuchar en Spotify:
A los «losers» tiende a pasarnos que no elegimos bien los días para presentar cosas que nos ha costado mucho tiempo hacer. Las fases lunares del artista son así. Y rara vez se conjugan la ilusión y el día adecuado para hacerla efectiva. Quizá por eso, lo que más llama la atención, de la entretenida conversación, es la cantidad de dualidades que saltan del diálogo. Una línea en un mapa separa Vigo de Alicante – y por ende, el Atlántico y el Mediterráneo – España de México, el pasado y el presente, el divorciado (antes y después de separarse), el cliente del Söda y el protagonista del evento… y todo así.
Incluso en la definición del disco existe ese dimorfismo, porque en esta huida hacia adelante del mal llamado indie, hay una parte folclórica con Guapangos, chacaderas, toques andinos… y la estructura de una ópera que busca un equilibrio, o un hilo conductor entre lo que Josete compone y lo que nosotros interpretaremos a medida que vayamos escuchándolo.
En el librillo virtual, de esta no continuación de “Cuarto de invitados”, “Zoo para Dos” y su debut “Viajes de ida”, o de lo que un día fueron Gardening y Martínez, aparece Juanma Latorre (de Vetusta Morla) como productor y colaboradores de lujo como Ramiro Nieto, Edu Martínez , Sergio Bernal el propio Juanma Latorre, a los coros: Alba Dunas, Ester Rodríguez, Javi Valencia y Otto Ballester.
A Pepe Andreu, el trompetista, lo dejo aparte, porque tras la sesión de sillón, él y Josete se marcaron un minishow -sin enchufar- con 3 temas, mezclados con los más de 50 amigos que nos acercamos al estreno.
El resto, sonaba antes, mientras los fieles al «intercambio de idiomas» charlaban asombrados del gentío que les empezaba a rodear. De fondo, la historia, en 10 partes, de una maldición, sus consecuencias y como el protagonista es capaz de librarse de ella. (El gallo negro, es la maldición, y la música, seguramente, el antídoto).
De toda escucha atenta, se aprenden cosas. De ésta, supongo, que aprendo que la vida tiene dos caras, o al menos, más de una forma de ser interpretada. Todo depende del momento y de las circunstancias, pero resulta curioso, que cuando hablamos con perspectiva, vemos todo lo anterior como un proceso para ser lo que ahora somos.
Me pasa a mí, le pasa a Josete, al gallo negro y a todo el que piensa y no vota al puto Trump 😉
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