
El alcalde de Alicante, Luis Barcala, ha firmado este viernes un decreto para redistribuir las competencias de su equipo de Gobierno. Aunque oficialmente se presenta como un reajuste por la entrada del nuevo concejal popular Rafael Alemañ, lo cierto es que supone un reconocimiento tácito del desastre en la gestión del vicealcalde Manuel Villar, especialmente en limpieza y residuos. La ciudad lleva meses acumulando quejas vecinales, protestas públicas y un malestar creciente por la suciedad y el “tasazo” de basura, medidas que han dejado en evidencia al equipo del PP.
La crisis en Limpieza y Jardines, ahora en manos de Alemañ, se suma a una larga lista de áreas desbordadas bajo la gestión de Barcala: la reciente sacudida en Hacienda con la llegada de Nayma Beldjilali tras la salida de Toni Gallego, las crecientes tensiones en Educación, o la gentrificación sin control que afecta al urbanismo de la ciudad.
Barcala se ve obligado a mover fichas mientras su Gobierno se resquebraja, sostenido únicamente por el respaldo de VOX y en completa soledad política. Ni siquiera los intentos de tender puentes desde Compromís o el PSOE han logrado romper ese aislamiento. El reparto de responsabilidades anunciado hoy busca, más que una mejora, maquillar un Ejecutivo que hace aguas (y no de baldeo precisamente) por todos lados.
Rafael Alemañ, ingeniero civil de perfil técnico, asume Limpieza y Parques y Jardines, con la promesa de “completar la reestructuración del servicio” iniciada por Villar, una gestión que ni siquiera ha llegado a arrancar con resultados visibles. Villar, por su parte, se aferra ahora a Deportes y Recursos Humanos, manteniendo además las carteras de Asesoría Jurídica, Sostenibilidad y Contratación, como si el castigo político no fuera evidente.
Julio Calero, que ahora podrá centrarse más en Seguridad Ciudadana, también amplía sus funciones con Inmigración, Voluntariado y Cooperación. Mientras tanto, el resto de concejales reasignados en junio —como Beldjilali, Begoña León o Cristina García— siguen acumulando áreas en un Gobierno cada vez más saturado y menos eficaz.
Los discursos oficiales siguen apelando al “proceso de transformación urbana y social” de Alicante, pero la realidad es bien distinta: protestas en la calle, barrios degradados, servicios que no mejoran y una desconexión cada vez mayor entre el equipo de gobierno y la ciudadanía.
La remodelación, lejos de ser una muestra de fortaleza, confirma que el modelo Barcala se desmorona. Y lo hace con Manuel Villar como símbolo evidente de ese fracaso.
Excelente tu comentario sobre esta noticia. Yo te doy las gracias. Refleja la realidad de este gobierno de Barcala, déspota e incapaz de solucionar algo.
Muy buen análisis sobre la «reestructuración» del gobierno local, que no es más que un sálvese quien pueda con el cese de Villar quien, lejos de ser un apoyo para Barcala, es ahora una remora y el alcalde, ya en clave electoral y habiéndole pagado los favores a Villar gracias a quien cayó el tripartito, no tiene otra opción que deshacerse de él para intentar sobrevivir. Sin embargo, la jugada no sé si le ha salido del todo bien porque ahora los golpes que le paraba Villar, la ira de la ciudadanía, que recaía sobre Villar, van a caer sobre Barcala, que se queda sin escudero y sin escudo.