
Un olmo de grandes dimensiones cayó en la noche del viernes en la céntrica Plaza Gabriel Miró de Alicante, un incidente que, pese a la magnitud del ejemplar, no provocó daños personales ni materiales. Fuentes municipales confirmaron que el suceso ocurrió sobre las once y media de la noche. El árbol fue retirado de inmediato y trasladado al vivero para analizar las causas de la caída.
Este tipo de ejemplares, según el consistorio, se somete a controles periódicos, y en la última revisión se encontraba en “límites aceptables de tolerancia”. A primera hora de la mañana del sábado la zona ya estaba despejada.
Más allá del susto, el suceso vuelve a poner sobre la mesa el estado del arbolado urbano en la ciudad. Alicante lleva meses registrando temperaturas extremas, con una ola de calor prolongada de más de cuatro meses que ha afectado especialmente a la vegetación. A pesar de ello, se sigue talando o retirando ejemplares sin que se les otorgue el valor que tienen como aliados naturales frente al calor, capaces de proporcionar sombra, reducir la temperatura ambiental y mejorar la calidad del aire.
El contrato municipal de mantenimiento de jardines ha pasado este año de algo más de un millón a más de ocho millones de euros, un incremento notable que, sin embargo, no se está traduciendo en una mejora visible del cuidado de las zonas verdes. Mientras tanto, los vecinos siguen viendo cómo árboles históricos, que forman parte del patrimonio ambiental y cultural de la ciudad, se pierden en circunstancias que podrían estar relacionadas con la falta de seguimiento o con un mantenimiento insuficiente.
La caída de este olmo centenario se suma a otros episodios recientes y reabre el debate sobre la gestión del arbolado en Alicante y la necesidad de proteger mejor un recurso tan vital en un contexto de cambio climático y calor extremo.
















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