
En un año marcado por tensiones geopolíticas, conflictos culturales y un cine cada vez más comprometido con la identidad y la memoria, el Festival de Cannes 2025 ha coronado una selección de obras que reflejan no solo la excelencia artística, sino también la urgencia de narrar desde los márgenes, los traumas y las resistencias. El palmarés anunciado deja claro que el jurado apostó por un cine que incomoda, que conmueve y que permanece.
Palma de Oro: “Un simple accidente”, de Jafar Panahi
Contra todo pronóstico —y en cierto modo como un gesto de justicia histórica— el cineasta iraní Jafar Panahi recibió la Palma de Oro por Un simple accidente, una obra que mezcla la crónica íntima con la denuncia política, y que ha sido celebrada como una de sus películas más depuradas y personales. Filmada en condiciones de semi clandestinidad, la cinta entrelaza la vida cotidiana de un hombre común con una tragedia inesperada que revela las fracturas del sistema judicial y social iraní. Más allá de su estética sobria, lo que ha conmovido al jurado es la valentía con que Panahi sigue filmando contra la censura, con la cámara como única arma.
Gran Premio del Jurado: “Sentimental Value”, de Joachim Trier
El noruego Joachim Trier regresa a la Croisette con Sentimental Value, una exploración elegante y dolorosa sobre el paso del tiempo, la herencia emocional y la imposibilidad de reconectar con el pasado. El film, protagonizado por Renate Reinsve, sedujo al jurado por su sutileza narrativa y su sensibilidad para los matices. Trier consolida su lugar entre los grandes cronistas contemporáneos del desarraigo afectivo.
Premio del Jurado ex aequo: “Sirât” y “Sound of Falling”
El Premio del Jurado fue compartido entre dos visiones poéticas que, aunque dispares geográficamente, convergen en su densidad lírica. Sirât, del gallego Oliver Laxe, se adentra en los rituales de paso de una comunidad bereber del Atlas, filmada con un ascetismo hipnótico. Por su parte, Sound of Falling, de la alemana Mascha Schilinski, se sumerge en una Berlín espectral, donde una madre soltera enfrenta el colapso de su entorno urbano con una mezcla de resignación y ferocidad. Ambas películas apuestan por lo sensorial y lo contemplativo, en sintonía con un cine de resistencia emocional.
Premio Especial del Jurado: “Resurrection”, de Bi Gan
Con Resurrection, el chino Bi Gan vuelve a demostrar su maestría visual y su obsesión con el tiempo, el sueño y la memoria. Esta nueva odisea nocturna, entre el noir existencial y la fantasía onírica, fue galardonada con un Premio Especial del Jurado, en reconocimiento a su ambición formal y su singularidad estética. Un premio que celebra la visión autoral sin concesiones.
Premios de interpretación: Nadia Melliti y Wagner Moura
En el apartado interpretativo, la actriz franco-tunecina Nadia Melliti brilló en La petite dernière, de Hafsia Herzi, con una actuación que transita entre la vulnerabilidad y la rebeldía, encarnando a una joven atrapada entre la tradición y la emancipación. El premio a Mejor Actor fue para Wagner Moura por O Agente secreto, thriller político dirigido por Kleber Mendoça Filho, en el que ofrece una interpretación contenida pero magnética, que retrata a un exmilitante enfrentado a las traiciones del presente.
Mejor director: Kleber Mendoça Filho
El brasileño Kleber Mendoça Filho se alzó además con el premio a la Mejor Dirección por la misma película, O Agente secreto. El reconocimiento confirma su consolidación como uno de los cineastas más comprometidos de América Latina, capaz de articular denuncia social con una sofisticada puesta en escena.
Mejor guion: “Recién nacidas”, de los hermanos Dardenne
Los hermanos Dardenne, viejos conocidos del certamen, fueron premiados por el guion de Recién nacidas, un drama minimalista que explora la vida de mujeres migrantes en un centro de acogida en Bélgica. El texto, preciso y compasivo, da voz a personajes usualmente invisibles sin caer en el melodrama, y revalida el compromiso social de los autores.
Cortometraje y ópera prima: nuevas voces emergentes
La Palma de Oro al Mejor Cortometraje fue para I’m Glad You’re Dead Now, del británico Twafeek Baron, una pieza tan provocadora como lacerante sobre la toxicidad en las redes sociales y la memoria digital. La Cámara de Oro, reservada a la mejor ópera prima, fue para The President’s Cake, del iraquí Hasan Hadi, una sátira amarga sobre el culto al poder en un país postbélico. Ambos premios destacan el pulso de una nueva generación de cineastas con discursos radicales y personales.
El palmarés de Cannes 2025 no busca consensos fáciles. Premia el riesgo, la disidencia, la heterodoxia. Celebra un cine que desafía y que incomoda, que atraviesa fronteras y lenguajes. Un año más, el festival reafirma su vocación como faro del cine mundial y espacio de legitimación para un arte que, lejos de rendirse a las plataformas, sigue encontrando en la sala oscura su espacio de resistencia.
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