
El mes de junio trae consigo una alineación de fenómenos astronómicos de gran interés tanto para astrónomos aficionados como para profesionales. Entre los más destacados se encuentran la esperada Luna de Fresa, múltiples lluvias de meteoros —más de veinte eventos registrados— y la visibilidad privilegiada de la Vía Láctea en los cielos del hemisferio norte, a medida que el solsticio de verano se aproxima.
Una Luna de Fresa que no se repetirá hasta 2043
El 11 de junio, el satélite natural de la Tierra se mostrará en todo su esplendor con la conocida Luna de Fresa, una denominación tradicional con raíces en las culturas indígenas norteamericanas. Aunque el nombre pueda sugerir un tono rojizo, esta luna llena no adquiere un color particularmente diferente. El nombre proviene del momento del año en que aparecía —coincidiendo con la recolección de fresas silvestres— y ha sido heredado en la cultura popular.
Este año, la Luna de Fresa coincide con el perigeo lunar (el punto más cercano de la Luna a la Tierra en su órbita), por lo que se clasifica como una superluna. Este fenómeno hace que el disco lunar aparezca aproximadamente un 14% más grande y un 30% más brillante que cuando se encuentra en el apogeo. En el hemisferio sur, esta superluna alcanzará una posición particularmente alta en el cielo, haciendo de su observación un espectáculo aún más llamativo.
Además de Luna de Fresa, en Europa se la ha denominado tradicionalmente Luna de Miel, en relación con la alta frecuencia de bodas en el mes de junio, un simbolismo que se remonta a la Antigua Roma.
Cielo cruzado por meteoros: el legado de los cometas
Durante las próximas semanas, el cielo nocturno será escenario de más de una veintena de lluvias de meteoros, aunque la mayoría de ellas menores. Miguel Gilarte, miembro de la Asociación Astronómica de España, explica que la presencia de tantos eventos se debe al paso previo de cometas por el sistema solar interior. “La Tierra atraviesa anualmente varias regiones con restos de cometas: fragmentos de polvo y roca que, al entrar en contacto con la atmósfera, generan estos destellos de luz conocidos como estrellas fugaces”.
Entre las lluvias activas durante el mes de junio destacan las Arietidas, con un máximo alrededor del 7 de junio, y las Beta Táuridas, activas hacia finales de mes. Las Ariétidas son particularmente notables por su alta tasa de meteoros diurnos, aunque parte de su actividad puede observarse justo antes del amanecer.
La observación de estos meteoros requiere cielos despejados y, preferiblemente, ubicaciones alejadas de la contaminación lumínica. Lugares rurales o áreas montañosas son ideales para captar estos sutiles pero constantes fenómenos celestes.
La Vía Láctea: el regreso del gran río estelar
A medida que avanzamos hacia el solsticio de verano, la banda central de la Vía Láctea comienza a ser visible en las horas posteriores al anochecer, especialmente entre junio y agosto. Este es uno de los mejores momentos del año para su observación desde el hemisferio norte. Desde zonas oscuras, el brazo galáctico sur se deja ver como una franja lechosa atravesando el cielo, cargada de nebulosas, cúmulos estelares y un sinfín de estrellas.
Con telescopios o binoculares de calidad moderada, es posible explorar estructuras como la Nebulosa del Águila (M16) o los cúmulos de estrellas en la constelación de Sagitario. Los astrónomos recomiendan aprovechar las noches sin Luna para maximizar el contraste del cielo profundo.
Conjunciones planetarias y otros eventos destacados
Además de estos fenómenos, junio también albergará varias conjunciones planetarias, en las que dos o más planetas parecerán encontrarse en el cielo nocturno. Aunque no tan brillantes como en otras épocas del año, estos encuentros visuales ofrecen grandes oportunidades para la astrofotografía y la observación con instrumentos modestos.
Entre las más destacadas se espera una conjunción entre la Luna, Venus y Marte a mediados de mes, un espectáculo que podrá observarse con facilidad justo después del atardecer.
Consejo para los observadores: los eventos astronómicos de junio ofrecen una ocasión perfecta para desconectar del ruido urbano y reconectar con el universo. Para disfrutar al máximo de estos espectáculos celestes, se recomienda buscar zonas rurales o de alta montaña, evitar la contaminación lumínica y consultar aplicaciones de astronomía para ubicar con precisión los cuerpos celestes.
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