
Hacía, más o menos, 4 años que no componía una canción. No debo ser bueno, cuando después de 4 lustros tocando ninguno de mis temas ha pasado a la historia. Pero, la realidad es que no lo hago por eso. Más bien, saco a relucir mi músico, por que con él habla mi subconsciente, que es más sabio, más intuitivo y más realista que este personaje que ve la gente.
La cuestión es que si es tantas cosas ¿por qué lo encierro cuatro años? – la respuesta evidente, puede ser que no quieras escucharte a ti mismo, o que te de miedo interpretar lo que te está corroyendo por dentro. Porque en tu interior es algo que nadie más ve, ni intuye, pero es necesario sacarlo.
Ayer me encontré con alguien que me contó que tenía un saco de boxeo que golpeaba cuando salía enfadado de trabajar. Que en sus estadísticas particulares correspondía, más o menos, al 99% de las veces. Tras él, una poeta me habló de las mariposas y las arañas que emergían cuando la inspiración le obligaba a buscar un papel donde escribir. Hay quien come para paliar la ansiedad, quién cree beber para olvidar, los que se empastillan, los que buscan aceptación social, los hay que pagan por destrozar una vajilla, por hacer una taza o por gritar en algún sitio dónde nadie les pueda escuchar.
Todas esas cosas son métodos curativos. Terapias para enfrentarte a un mal que no siempre puedes destruir por ti mismo. Así que, moraleja: no lo encierres, ni limites su tiempo, valora lo imprescindible que es para tu buen funcionamiento mental, social y vital.
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