Milagrosamente, las obras de mejora en la playa del Postiguet, en la zona del Cocó, han terminado este martes 27 de mayo. Sí, aunque parezca ciencia ficción, Costas ha finalizado las actuaciones más de dos meses antes del plazo fijado. Lo que debía llevar seis meses se ha despachado en poco más de tres. Será que cuando hay interés (o prisa), la eficiencia institucional se activa como por arte de magia.
Según fuentes ministeriales, “los trabajos se han acelerado al máximo”. Lo que no aclaran es si fue por una repentina pasión por el urbanismo costero o por la presión de unas fiestas que se avecinan. Sea como sea, la playa ya luce nuevo espigón —más largo, más moderno, más girado— y adiós al vetusto dique paralelo que llevaba ahí desde 1993.
Con esta operación quirúrgica en la arena, no solo se quiere frenar la fuga de arena, sino también aislar al arenal de aguas poco recomendables provenientes del desagüe del Cocó. Todo sea por “garantizar la calidad de las aguas de baño”, porque claro, si algo preocupa cuando se va al mar, es que no flote nada raro.
¿Y los fuegos?
Aquí entra la parte más divertida del asunto. Hace apenas unos días, la concejala de Fiestas, Cristina Cutanda, anunciaba el cambio de ubicación del disparo de fuegos artificiales: del Cocó al paseo volado del muelle 12, con el argumento de que Costas se había cargado el espigón donde se hacían antes los lanzamientos. Curiosamente, no mencionó que ya había uno nuevo en marcha. Será que las obras se aceleraron mientras ella no miraba.
Para justificar el traslado, se citaba a pirotécnicos, bomberos y Protección Civil, todos encantados con la nueva localización. El único detalle es que el Puerto, dueño del terreno, aún no había dado el visto bueno. Pero no pasa nada: desde el ayuntamiento se insiste en que “el acuerdo es total”. Totalmente informal, parece.
¿Decisiones exprés o falta de comunicación?
Ahora que las obras están terminadas y el nuevo espigón brilla bajo el sol alicantino, la pregunta es inevitable: ¿volverán los fuegos a su sitio de siempre? ¿O ya es tarde para rectificar? Porque si algo caracteriza a nuestras administraciones es su capacidad para improvisar primero y consultar después.
Lo cierto es que el espigón nuevo, con sus 178 metros mar adentro y su elegante giro de 30 grados en el tramo final, ya está listo para lo que le echen… fuegos incluidos. El resultado: una playa más ancha, más estable y, según prometen, preparada para que la mar la “moldee” a su antojo.
Todo esto, por el módico precio de 653.400 euros (IVA incluido) y ejecutado por Poiser Management, S.L., que ha demostrado que, con calendario flexible y algo de urgencia festiva, las obras públicas también pueden llegar antes de tiempo. Quién lo diría.
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