
Cuando se apagan los focos y el telón cae, el silencio cubre el espacio de lo que hace un momento era aplauso. Es en ese instante, en la penumbra de un escenario vacío, mientras el atrezzo se mete en un baúl y los técnicos recogen los cables, donde el verdadero teatro late.
Ni esto, ni los ensayos, ni las negociaciones previas para montar la gira… aparecen en las letras del cartel. Pero pasa todos los días. Aunque hoy se celebre de forma especial , porque es el día del teatro.
Si hubiera un guion de todo esto, habría un extenso hueco para el hambre, para la historia que se repite, el donde venimos, la reivindicación y los borrones que cada texto tiene antes de que el actor, o la actriz se lo memorice. La ovación final, no es más que una parte. El penúltimo paso de un proceso en el que participan decenas de personas que lo hacen posible. Aunque no todas reciban el reconocimiento por ello.
Hoy es el día de los técnicos de luces y sonido, que convierten una simple tabla en un uni-verso. De los tramoyistas y regidores, cuyas manos invisibles sostienen cada cambio de escena. Del equipo de atrezzo, vestuario y peluquería, que da cuerpo y alma a cada personaje. De los guionistas y dramaturgos, que investigan y escriben las historias que nos hacen soñar, del apuntador, regidores, coreógrafos, escenógrafos o músicos que llenan los espacios vacíos con melodías que cuentan lo que las palabras callan.
Facturar se factura solo la hora de representación en si. Y, seguramente, por eso, tanta gente entorno al arte de actuar vive lo mal que vive. Porque seguimos formando parte de un mundo de autónomos que no tiene en cuenta la parte especial/específica de este oficio. Porque aparte de cobrar tarde y mal, no se refleja ni la formación, ni el ensayo, ni el transporte, ni otras muchas cosas que el resto de trabajadores por cuenta propia no se encuentran en su día a día.
Puedes inspirarte con lo que la incertidumbre refleja. Pero en general, la precariedad consigue que haya cola de profesionales de las artes en los centros de salud mental, digestivos y otras consultas que no dan a basto para resolver tooooodos los problemas derivados del hecho de elegir una profesión, que no hobbie, por mucho que algunos desconecten jugando a ser actores.
Para poner en valor la función del profesional del teatro, bastaría con que pensaras qué sería tu vida sin representaciones. SI tu vida hubiera sido igual sin obras de Shakespeare, Sófocles, Chejov, Sartre, Arthur Miller, Tennessee Williams, Lorca, Cervantes o Mayorga. Piensa en los actores y actrices que te han emocionado. En los textos que todavía te sabes de memoria, en el impacto de la primera vez que te sentaste en una butaca…
Pues todo eso celebramos hoy. La realidad de lo que fue, es y será el teatro para la sociedad. Ojalá un año, lo hagamos con contratos dignos, estabilidad y suficiencia, acorde con el brillo de lo que genera en el mundo. Y no tuviéramos que crearnos un guion y una actuación feliz, para una vida que, por desgracia, tiene más de drama que de comedia.
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