Frederick Forsyth, maestro del thriller político y espía del MI6, muere a los 86 años

El 9 de junio de 2025 se confirmó la muerte, a los 86 años, de Frederick Forsyth, uno de los novelistas británicos más influyentes del siglo XX y un arquitecto inconfundible del thriller político contemporáneo. Con una obra que vendió más de 75 millones de ejemplares, Forsyth no solo reinventó el género con su meticulosa documentación y ritmo trepidante, sino que además vivió una vida que bien podría haber sido sacada de una de sus novelas: fue corresponsal internacional, políglota precoz e incluso informante del MI6.

El escritor accidental

Forsyth siempre se resistió a la etiqueta de escritor. “Después de todo, los escritores son criaturas extrañas y, si tratan de vivir de ello, aún más”, dejó escrito en sus memorias, The Outsider – My Life in Intrigue. Sin embargo, fue precisamente esa distancia, esa mirada de outsider, lo que le permitió narrar el siglo XX con un filo quirúrgico. Su debut literario, El día del chacal (1971), es hoy un clásico del género. La novela, escrita en apenas 35 días y tras ser rechazada por numerosos editores, relataba con precisión casi documental un intento ficticio de asesinar a Charles de Gaulle. La historia pudo parecer improbable por el mero hecho de que De Gaulle había muerto de causas naturales, pero el talento de Forsyth para el detalle y la verosimilitud convirtió el libro en un éxito internacional.

Desde entonces, siguieron títulos como El expediente Odessa (1972), una intrincada pesquisa sobre antiguos jerarcas nazis, y Los perros de la guerra (1974), una descarnada radiografía del neocolonialismo africano y las redes de mercenarios, inspirada en el régimen del dictador guineano Francisco Macías Nguema. Sus libros eran, además de ficciones vibrantes, mapas de poder y de sombra: mostraban cómo se entretejen intereses militares, políticos y económicos en el submundo de la geopolítica contemporánea.

Del reporterismo al espionaje

El talento narrativo de Forsyth hunde sus raíces en el periodismo. Fue corresponsal de Reuters y de la BBC, primero en París y luego en Berlín Este, donde la Stasi lo vigilaba de cerca. Su oído afilado para los idiomas —hablaba francés desde los 12 años, alemán a los 16 y más tarde añadió ruso y español a su repertorio— le permitió navegar con soltura los entornos más complejos.

Su paso por Nigeria, durante la guerra de Biafra en 1968, cambió el rumbo de su vida. Allí, mientras cubría el conflicto, fue contactado por el MI6. Su papel como informante del servicio de inteligencia británico, que él mismo denominaba “la Firma”, se mantuvo en secreto durante décadas, hasta que él mismo lo reveló en su autobiografía. No fue una doble vida al estilo de John le Carré, sino una convergencia natural entre su vocación periodística, su don para las lenguas y su sed de entender —y contar— el funcionamiento oculto del mundo.

Literatura como estrategia

Frederick Forsyth fue, en última instancia, un estratega narrativo. Sus novelas no son únicamente entretenimientos, sino simulaciones: ejercicios de poder proyectado, escenarios posibles, advertencias encubiertas. El lector de El cuarto protocolo (1984) o El manifiesto negro (1989) no solo se enfrenta a una intriga, sino a un ensayo ficcional sobre la fragilidad de las democracias, los límites del derecho internacional y la lógica de las operaciones encubiertas.

Como Graham Greene o Eric Ambler antes que él, Forsyth entendió que la literatura podía funcionar como radar ético y detector de mentiras. Pero a diferencia de ellos, su estilo era frío, preciso, casi clínico: la emoción siempre subordinada al mecanismo, como si escribiera con la lógica de un analista militar más que con la pasión de un novelista.

Legado de sombras y certezas

La muerte de Frederick Forsyth cierra un capítulo de la literatura británica, pero deja abierto un archivo de historias que siguen resonando con inquietante actualidad. En un mundo aún atravesado por guerras invisibles, redes de poder opacas y conflictos que rara vez llegan a los titulares, sus novelas siguen siendo manuales para leer el presente desde la sospecha y la inteligencia.

Quizá el mayor tributo que se le puede rendir es continuar leyéndolo no como mero entretenedor de masas, sino como cronista de lo inconfesable. Porque si algo supo hacer Forsyth fue escribir sobre aquello que se sabe, pero rara vez se dice.

Bibliografía:

No ficción

Génesis de una leyenda africana: la historia de Biafra (The Biafra Story: The Making of an African Legend, 1969). No ficción.

Novela

El día del Chacal o Chacal (The Day of the Jackal, 1971). La caza del asesino más buscado en la Francia de De Gaulle.
Odessa o El expediente Odessa (The Odessa File, 1972). A la caza de un mando de las SS años después del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Los perros de la guerra (The Dogs of War, 1974). Contratación de mercenarios para un cambio de gobierno en un país centroafricano.
El guía (The Shepherd, 1975). Relato ilustrado.
La alternativa del diablo (The Devil’s Alternative, 1979). Espionaje y deserción en La Unión Soviética mientras ésta sufre una crisis agrícola. Levantamiento nacionalista en Ucrania durante la Guerra Fría. Es una de las novelas de Frederick Forsyth con más personajes de lo usual.
Emeka (Emeka, 1982). Biografía de Odumegwu Ojukwu.
El Emperador y otros relatos (No Comebacks, 1982). Libro de 10 relatos: No Comebacks, There are no Snakes in Ireland, The Emperor, There Are Some Days…, Money with Menaces, Used in Evidence, Privilege, Duty, A Careful Man y Sharp Practice.
El cuarto protocolo (The Fourth Protocol, 1984). Amenaza terrorista en la Inglaterra de la Guerra Fría.
El negociador (The Negotiator, 1989). Secuestro del hijo del presidente americano.
El manipulador (The Deceiver, 1991). Cuatro historias del agente Sam McCready.
Great Flying Stories (Great Flying Stories, 1991). Libro de relatos compilado por el autor, incluye su relato «El guía» (The Shepherd, 1975). Obra no publicada en español.
El puño de Dios (The Fist of God, 1994). Ambientada en la Primera Guerra del Golfo.
El manifiesto negro (Icon, 1996).
El fantasma de Manhattan (The Phantom of Manhattan, 1999). Continuación de El fantasma de la ópera, de Gastón Leroux.
El veterano (The Veteran, 2001). Libro de 5 relatos: «El veterano» (The Veteran), «Arte puro» (The Art of the Matter), «El milagro» (The Miracle), «El ciudadano» (The Citizen) y «Brisa susurrante» (Whispering Wind).
Vengador (Avenger, 2003). Caza y extradición de un criminal de guerra serbio por parte de un exmilitar estadounidense.
El afgano (The Afghan, 2006). Infiltración de un agente británico en Al-Qaida después del 11-S.
Cobra (The Cobra, 2010). Sobre la venta internacional de cocaína.
La lista (The Kill List, 2013). La persecución realizada por un agente de la organización secreta del gobierno estadounidense TOSA para matar a un yihadista radical conocido tan solo por su apodo, El Predicador.
El zorro (The Fox, 2019). La mayoría de las armas hacen lo que les pides.La mayoría de las armas son controlables.¿Y si el arma más peligrosa del mundo no fuera un misil inteligente, un submarino sigiloso o un virus informático? ¿Y si, en realidad, se tratara de un chico de diecisiete años con una mente prodigiosa, capaz de sortear los sistemas de seguridad más sofisticados y de manipular cualquier arma y volverla en contra de los más poderosos?.