
La nota de prensa de la Asociación de Vecinos Puerta del Mar vuelve a poner sobre la mesa una vieja herida de Alicante: el abandono de las Harineras de Benalúa. Lo que debería ser un espacio cargado de posibilidades para la ciudad se ha convertido en un símbolo de la parálisis institucional, el olvido y la falta de ambición política.
El alcalde Barcala anunció en mayo de 2023, en plena campaña electoral – En la que el PSOE también propuso hacer ahí un calco de la Sala Tramoia de Elche – , la creación de una “Ciudad de la Música” en estas antiguas fábricas. Una idea ilusionante, que podría haber aprovechado financiación autonómica para rehabilitar los edificios, ubicar en ellos los Conservatorios de Música y dar vida a un polo cultural único en la fachada marítima sur. Sin embargo, un año después, el sueño se desmorona entre basura, ruina y ratas.
Lo paradójico es que nunca se había dado un contexto tan favorable. Las Harineras son un enclave perfecto: cerca del Teatre Arniches, del Aula de Cultura y de Casa Mediterráneo. Podrían convertirse en un centro socio-cultural vivo y abierto, capaz de acoger conciertos, mercados, encuentros de asociaciones y propuestas jóvenes que hoy sobreviven en salas no acondicionadas. Allí podría convivir la cultura alternativa con la institucional, la memoria industrial con la creación contemporánea.
Aunque la propia Asociación de Vecinos ya había planteado proyectos como el MUDIGA (Museo Digital de Alicante) o un museo etnológico de la ciudad, ignorados por un Ayuntamiento que parece más cómodo dejando pasar el tiempo que apostando por la cultura como motor de ciudad. La proliferación de asociaciones que no tienen donde dar recorrido a sus propuestas como Mistela Punk, Santa Leonor, Amistat, Guanaco Events, Cine Luz de Mar, Alicante Dónde Vas, Alacant Desperta… invita a abrir un debate sobre si es o no necesario un centro alternativo de autogestión.
En otros lugares, hace tiempo que estos dos edificios estarían okupados, pero aquí han pasado casi 40 años desde la aprobación del Plan General de 1987 y más de dos décadas de bloqueos y retrasos en el desarrollo urbanístico de Benalúa Sur. Mientras tanto, el barrio se ha llenado de urbanizaciones de lujo, pero el corazón industrial que podría darle identidad sigue en estado de abandono.
Hoy, la “Ciudad de la Música” suena a promesa electoral vacía. Pero todavía estamos a tiempo de recuperar el espíritu de esa propuesta y, sobre todo, de reclamar Las Harineras como lo que deberían ser: un espacio para la cultura, para la ciudadanía y para una Alicante que lleva demasiado tiempo aplazando su futuro.
Porque si algo nos demuestra esta historia es que lo peor que le puede pasar a un proyecto no es que fracase, sino que nunca llegue a intentarse.
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