Mientras en muchos lugares del mundo florecen las iniciativas vecinales que reivindican espacios comunes para la cultura y la convivencia, en Alicante esta realidad lleva años respirando en barrios como Carolinas, donde los vecinos han demostrado que la autogestión cultural y social no es una utopía, sino una práctica cotidiana. Desde hace décadas, en estos barrios la cultura se construye desde abajo: asociaciones, colectivos y vecinos organizan actividades, talleres, ferias, festivales o charlas sin depender de las instituciones, fortaleciendo la cohesión social y el sentido de comunidad.
Sin embargo, en otros rincones de la ciudad el Ayuntamiento continúa dando la espalda a esa energía ciudadana. Las Harineras de Benalúa, un conjunto industrial de gran valor histórico y patrimonial, permanecen abandonadas, pese a su enorme potencial como espacio público, cultural y vecinal.
Por eso, la Federación de Asociaciones Vecinales del Sur de Alicante, junto con las asociaciones de vecinos Parque del Mar y Benalúa, ha convocado una concentración el viernes 7 de noviembre, a las 18:00 h, para exigir la rehabilitación del conjunto de las Harineras y la puesta en uso dotacional del edificio de Harinas Cloquell, propiedad municipal. Reclaman lo que debería ser evidente: que un espacio público sirva para el disfrute y beneficio de la ciudadanía, no para el olvido o la especulación.
El conjunto de las Harineras —que incluye el edificio Harinas Bufort, recientemente incorporado al catálogo de Arquitectura Moderna de la Fundación Docomomo Ibérico— sufre un deterioro creciente. Los vecinos temen que la falta de decisión política y los retrasos en la urbanización del entorno condenen a estos edificios a la ruina, una historia demasiado conocida en Alicante.
En campaña electoral, el alcalde Luis Barcala prometió convertir las Harineras en la llamada Ciudad de la Música, integrando los conservatorios de Música y Danza. Una propuesta que ilusionó, porque abría la puerta a la rehabilitación y recuperación del patrimonio industrial del barrio. Pero, una vez pasadas las elecciones, el proyecto se esfumó: “no hay espacio suficiente”, alegó el alcalde, y relegó el uso dotacional del edificio a un nuevo Plan General que, según los vecinos, solo sirve para “dar patada al balón” y seguir sin tomar decisiones.
Mientras tanto, los vecinos no han dejado de imaginar y proponer alternativas. Desde la Asociación Parque del Mar se han planteado iniciativas culturales de gran proyección, como el MUDIGA (Museo Digital de Alicante), un espacio innovador que conectaría lo analógico y lo digital, o incluso un Museo Etnológico de la ciudad, ambas rechazadas con desinterés por parte del Ayuntamiento.
Esta falta de ambición institucional contrasta con la creatividad y compromiso ciudadano. Alicante necesita proyectos transformadores que devuelvan a sus barrios la vida que merecen. Pero, como denuncian los vecinos del sur, los grandes anuncios se repiten año tras año —Casa Mediterráneo, la desafectación de los terrenos de ADIF, la ampliación del Parque del Mar— y nunca llegan a materializarse.
Por eso, ante el riesgo de que las Harineras se conviertan en otro símbolo de abandono urbano, las asociaciones convocantes llaman a la ciudadanía a movilizarse. La concentración se celebrará el viernes 7 de noviembre, a las 18:00 h, en la calle Quintiliano, junto a las Harineras. Allí se leerá un manifiesto y se presentarán propuestas vecinales para la recuperación y reutilización de los edificios, con la participación de asociaciones, colectivos culturales y vecinos comprometidos.
Porque el patrimonio no se conserva con discursos, sino con voluntad política y acción colectiva.
Y si algo ha demostrado el pueblo de Alicante —y muy especialmente el barrio de Carolinas—, es que cuando las instituciones no cuidan la cultura, la gente la cuida sola.
















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