
A escasos días de que comience la temporada estival, la Diputación de Alicante sigue ignorando una crisis que lleva meses enquistada. El conflicto con los bomberos del Consorcio Provincial ha vuelto a protagonizar un episodio de frustración y tensión, reflejo de la desidia institucional que lo rodea.
Este miércoles, la esperada mesa negociadora se ha saldado con un nuevo fracaso. Los bomberos, congregados en el parque de San Vicente, han recibido al diputado del área, Francisco Cano, al secretario y al jefe de servicio entre gritos de «¡Fuera, fuera!», al constatar que en el orden del día no figuraba ni una sola propuesta para resolver el conflicto que afecta directamente a la operatividad del servicio.
Ni la insistencia de la Junta de Personal —que ya había solicitado que se abordara esta cuestión o, en su defecto, se aplazara la reunión— ha servido para modificar la postura de la Diputación. Para los representantes de los trabajadores, el encuentro ha sido un mero trámite vacío, una puesta en escena que ignora por completo la gravedad de la situación.
El hartazgo de los bomberos se traduce ya en hechos concretos: han comenzado a visitar ayuntamientos para advertir a los alcaldes de que este verano no habrá participación en los retenes, ni fijos ni itinerantes. Cumplirán su jornada laboral sin asumir voluntariamente servicios extraordinarios. Una medida de presión drástica, pero inevitable ante la falta de voluntad política.
Mientras tanto, desde la Diputación se limitan a señalar que la mesa se ha celebrado, sin asumir responsabilidades ni ofrecer soluciones. La dejadez institucional amenaza con poner en riesgo la seguridad ciudadana durante una de las épocas más sensibles del año.
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