
La salida del secretario general local Miguel Millana abre una ventana para renovar un partido que lleva más de dos décadas sin ser una alternativa real de gobierno en Alicante. El movimiento debilita la influencia de Ángel Franco, histórico dirigente cuya forma de ejercer poder interno ha contribuido a mantener al PSOE alejado de la ciudad.
La política local alicantina registra este jueves un nuevo capítulo decisivo. Miguel Millana, hasta ahora secretario general del PSPV-PSOE en la ciudad de Alicante, ha anunciado su dimisión en una comparecencia convocada desde la sede provincial del partido. Su renuncia llega a pocas semanas de la asamblea en la que debía renovarse la Ejecutiva local y da paso a una gestora que asumirá las riendas del partido de manera transitoria.
Pero más allá del relevo orgánico, la decisión supone un intento claro de apartar del tablero a una figura que ha condicionado las decisiones internas del socialismo alicantino durante más de dos décadas: Ángel Franco. El veterano exsenador, que lleva años ejerciendo una influencia determinante —aunque sin cargo formal— sobre las candidaturas y «equilibrios internos», ha sido una constante en las crisis, divisiones y fracasos electorales del PSOE en Alicante.
Un lastre para la renovación
Franco ha tejido, legislatura tras legislatura, una red de poder centrada más en controlar estructuras que en construir una alternativa creíble al gobierno municipal. Bajo su sombra, el PSOE ha encadenado derrotas, o ridículos como el de Echávarri, ha apostado por candidatos poco competitivos y ha contribuido a allanar el camino para que el PP mantenga la alcaldía de forma casi ininterrumpida, incluso en etapas tan desacreditadas como las de Sonia Castedo o Luis Barcala.
La etapa de Millana no ha sido ajena a esta dinámica, pero su distanciamiento de Franco desde septiembre de 2024 marcó un punto de inflexión. Según el ya exsecretario general, su intento de integrar sensibilidades diversas y superar la lógica de bloques internos no fue bien recibido por el sector afín al exsenador. La ruptura fue progresiva, y hoy se consuma con su renuncia y la creación de una gestora avalada por las direcciones provincial y autonómica del partido.
¿Un punto de inflexión?
La gestora que ahora asumirá el mando tiene un margen de maniobra limitado pero también una responsabilidad importante: evitar que el vacío de poder sea aprovechado por quienes aspiran a perpetuar el modelo de control interno que ha mantenido al PSOE en la oposición municipal durante más de veinte años.
Una gestora que, según fuentes del partido, responderá directamente ante la ejecutiva autonómica liderada por Diana Morant. Desde ese nivel se interpretan los movimientos de Millana como un intento de sanear el partido en Alicante y de allanar el terreno para una nueva dirección que pueda conectar con la ciudadanía, recuperar credibilidad y, eventualmente, construir una opción real de gobierno.
La pregunta que sobrevuela ahora es si este paso será suficiente para neutralizar definitivamente la influencia de Ángel Franco. Aunque en su posición más frágil de los últimos años, su capacidad para maniobrar en las sombras y mover apoyos internos no debe subestimarse. Él mismo se sigue reivindicando como “un movilizador desde la base”, aunque en la práctica, su legado es una organización local fragmentada, desmotivada y sin proyecto claro.
El PSOE de Alicante tiene ahora una oportunidad que no se puede permitir desaprovechar: abrir una nueva etapa libre de tutelas internas, con nuevas caras, nuevos métodos y una ambición real de volver a ser alternativa en el Ayuntamiento. Queda por ver si sabrá —y querrá— aprovecharla.
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