No hay nada como la generosidad del Estado cuando se trata de la sanidad… privada. La Mesa de Contratación de MUFACE ha decidido adjudicar el contrato de asistencia sanitaria para mutualistas a SegurCaixa Adeslas y Asisa. Qué sorpresa: fueron las únicas aseguradoras que se presentaron al concurso, tras la retirada de DKV, que se dio cuenta de que no le salían las cuentas. Pero son buitres, así que la competencia sigue siendo feroz, solo que ahora entre dos.
El acuerdo, que cubrirá los años 2025, 2026 y 2027, se cierra en unos módicos 4.808,5 millones de euros, con un incremento de 330,5 millones respecto a la oferta inicial del Gobierno. ¿La razón? Las aseguradoras lloraron lo suficiente sobre sus pérdidas, y el Estado, que parece no poder decir que no, subió la oferta. Al final, la prima se incrementará un 41,2% al término del tercer año, porque, claro, las compañías no pueden asumir riesgos sin asegurarse su tajada.
Mientras tanto, los hospitales públicos siguen con pasillos llenos, esperas interminables y falta de personal. Pero en lugar de invertir esos casi 5.000 millones en reforzar la sanidad pública, se prefiere seguir engordando las cuentas de la sanidad privada. Porque, al final, el Estado es el mejor cliente de las aseguradoras. -¡Negocio redondo!-
Por si fuera poco, el contrato incluye una cláusula de “restablecimiento del equilibrio económico-financiero”, lo que en lenguaje llano significa que si las aseguradoras pierden dinero, el Estado les cubrirá las espaldas. Un lujo que, por supuesto, la sanidad pública no tiene: si faltan médicos o las urgencias están colapsadas, simplemente nos jodemos (o la palmamos).
Así que, mientras seguimos esperando más médicos en los centros de salud y menos recortes en hospitales públicos, MUFACE sigue garantizando que la sanidad privada no sufra ni una molestia. Los funcionarios tendrán la posibilidad de seguir cubiertos, lo que, al final, confirma que no hay nada más previsible que la preferencia del Gobierno por seguir untando a las aseguradoras.
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