
En la oscuridad, siguiendo un sendero de luz formado por 15.000 velas, llegamos a Busot el 19 de julio. Lejos de la contaminación lumínica, con relámpagos acechando en el horizonte como telón de fondo, el pequeño pueblo alicantino volvió a transformarse por una noche en un lugar mágico.
En tiempos de consumo energético desbordado, Busot propuso otra manera de vivir la noche: sin focos, sin farolas, sin pantallas que lo dominen todo. Solo la tenue llama de una vela, música flotando entre las calles, almendras recién partidas y una sensación de comunión con el entorno que pocas veces se consigue.
Las cámaras de los móviles se rindieron ante la belleza de la sexta edición de la Nit dels Ciris. No todo lo memorable puede ser fotografiado. Ni debe. Hay experiencias que están hechas para ser vividas, no compartidas en una pantalla.
Este año, la noche se llenó de música, cultura y vida alternativa. Actuaron el “Cuarteto Adagio” y la Unió Musical de Busot con su pasacalles. Mister Saxman aportó su toque único y el Museo de Música Étnica abrió sus puertas, iluminado también por las velas. Todo ello mientras las calles bullían de visitantes que se dejaban llevar por el ambiente, cada vez más numerosos.
Quizás ha llegado el momento de que las autoridades locales faciliten el acceso con autobuses lanzadera. Porque con tanto éxito, aparcar en Busot se ha convertido en un pequeño «cirio».
Pero más allá de las cuestiones logísticas, la Nit dels Ciris se ha consolidado como una cita imprescindible para quienes buscan otro tipo de noche: más íntima, más humana, más mágica.
Larga vida a la Nit dels Ciris de Busot, donde la cultura, el turismo de interior y el brillo sereno de una vela conquistan el corazón de quienes se atreven a apagar el ruido y encender la calma.
Deja una respuesta