
La calle Poeta Quintana volvió a transformarse este fin de semana en un gran bulevar festivo. Bajo la sombra de sus árboles (los pocos que quedan en el centro) y el aroma de sus comercios de siempre, miles de personas se acercaron para brindar en la segunda edición de “Quintana en Vendimia”, una jornada que ha logrado consolidarse como cita imprescindible en el calendario alicantino.
El eje central fue, cómo no, el vino: más de treinta bodegas ofrecieron degustaciones de caldos con Denominación de Origen Protegida, que se maridaban con tapas, música en directo y un ambiente bullicioso que recordaba a las antiguas fiestas de barrio, pero con un aire renovado, más moderno.
Desde mediodía hasta bien entrada la tarde, la calle se llenó de grupos de amigos, familias y curiosos que iban de puesto en puesto, copa en mano, descubriendo variedades, compartiendo impresiones y dejándose llevar por el ambiente. Los más pequeños encontraron talleres y actividades, mientras que los mayores se dejaban seducir por la música en vivo y el ritmo constante de la jornada.
Los comerciantes de Quintana también tuvieron su protagonismo. Más de una treintena de negocios de proximidad sacaron a la calle sus propuestas, demostrando que la vida de barrio sigue teniendo mucho que decir en la ciudad. La combinación de vino, gastronomía, cultura y comercio local dio forma a un mosaico costumbrista que convirtió la jornada en un verdadero escaparate de identidad alicantina.
En apenas dos ediciones, “Quintana en Vendimia” se ha ganado un lugar propio entre las celebraciones urbanas de Alicante. No solo por la calidad de los vinos y la respuesta de las bodegas, sino por la manera en que consigue reunir a vecinos y visitantes en torno a la calle, al comercio y a la cultura compartida. Una fiesta que demuestra que, cuando la ciudad se vive desde sus barrios, el brindis siempre sabe mejor.
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