
Hasta dónde hemos llegado…
La tecnología avanza a pasos agigantados, y ahora, gracias a la inteligencia artificial y los drones, podemos detectar los puntos de acumulación de residuos plásticos en ríos y canales de riego. Pero, ¿no deberíamos preguntarnos primero por qué hemos permitido que estas acumulaciones sean una realidad?
La investigación de la ya doctora Ana María Codes, de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), representa un avance científico significativo en la lucha contra la contaminación. Su algoritmo de reconocimiento de imágenes es capaz de identificar residuos plásticos flotantes en el Segura y el Vinalopó, cauces que han sufrido episodios graves de contaminación. Sin embargo, este tipo de soluciones tecnológicas solo son necesarias porque seguimos sin abordar el problema de fondo: la irresponsabilidad en el consumo y la falta de civismo de quienes convierten estos ríos en vertederos.
El dato es escalofriante: la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) ha tenido que invertir 375.000 euros en la retirada de plásticos del río. Aun así, en solo cinco meses se han extraído 438 toneladas de basura. Nos hemos acostumbrado a que sean las administraciones las que limpien lo que otros ensucian, en lugar de exigir una mayor responsabilidad en la generación y gestión de residuos.
Si bien la detección automatizada de residuos es una herramienta valiosa para la monitorización y adopción de medidas correctoras, no podemos conformarnos con parches tecnológicos. La solución real pasa por una drástica reducción del uso de plásticos de un solo uso, una regulación más estricta y, sobre todo, un cambio en la mentalidad de la ciudadanía. De poco sirve detectar los plásticos si seguimos arrojándolos al agua con la misma impunidad.
La tesis de Codes también aborda aplicaciones de la inteligencia artificial en la agricultura de precisión, como la estimación de la producción en viñedos de la Denominación de Origen Protegida Uva de Mesa Embolsada del Vinalopó. Sin duda, la tecnología puede ser un gran aliado para la sostenibilidad, pero no podemos delegar en ella nuestra responsabilidad como sociedad.
Es hora de dejar de celebrar soluciones que solo mitigan el problema y comenzar a actuar en su raíz. No es aceptable que necesitemos drones para indicarnos dónde hemos fracasado como comunidad. La verdadera innovación será lograr que estos sistemas de detección sean innecesarios en el futuro porque, al fin, habremos aprendido a respetar nuestro entorno.
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