
Un equipo de investigación en colaboración con el CSIC ha presentado la Guía Dieta Climática, análisis para una dieta saludable basada en alimentos agroecológicos, un informe que evidencia que España dispone de capacidad productiva suficiente para alimentar al conjunto de su población siguiendo un patrón dietético saludable, sostenible y mayoritariamente basado en alimentos de producción local y agroecológica.
Dieta Climática: salud humana y límites planetarios compatibles
La propuesta, conocida como Dieta Climática, se alinea con las recomendaciones de dietas saludables y sostenibles de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la EAT-Lancet Commission, y está adaptada culturalmente al contexto español, integrando elementos de la dieta mediterránea y siguiendo las pautas de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN).
Este modelo dietético promueve:
- Triplicar el consumo de legumbres.
- Doblar la ingesta de verduras y hortalizas.
- Reducir el consumo de azúcar en un 50 %.
- Disminuir en un 75 % la ingesta de carne, manteniendo tres raciones semanales.
Aunque la capacidad productiva agroecológica permitiría una ración diaria de carne, se priorizan criterios de salud pública, por lo que se recomienda limitar su consumo conforme a las evidencias científicas actuales.
Impacto ambiental y beneficios nutricionales: evidencias sólidas
La transición hacia esta dieta, combinada con un modelo productivo agroecológico, permitiría reducir en un 125 % la huella de carbono del sistema alimentario nacional, gracias al incremento de sumideros de carbono, lo que equivaldría a eliminar las emisiones anuales de aproximadamente 34 millones de vehículos. Asimismo, se reduciría en un 34 % la huella territorial, liberando una superficie similar a la de Letonia.
Desde el punto de vista nutricional, la Dieta Climática mejora de forma significativa la calidad global de la alimentación:
- Mayor ingesta de fibra, antioxidantes y vitaminas A y C.
- Mejora en el perfil lipídico, con un aumento en la proporción de ácidos grasos poliinsaturados.
- Incremento en la disponibilidad de micronutrientes como hierro y magnesio.
- Reducción significativa en la exposición al cadmio, un metal pesado tóxico asociado a riesgos renales y hepáticos.
Cabe destacar que estos beneficios no solo derivan del cambio en los patrones de consumo, sino también de las prácticas agroecológicas asociadas, que mejoran la calidad nutricional de los alimentos.
Transición agroecológica: clave para un sistema alimentario sostenible
El estudio recuerda que el actual sistema agroalimentario globalizado, basado en la intensificación e industrialización, contribuye de manera decisiva a la crisis ambiental y climática, siendo responsable de aproximadamente el 37 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
Por ello, se plantea la necesidad de que las administraciones públicas adopten políticas que faciliten una transición agroecológica en el sector primario, como ya se reclama en el informe “La urgencia de una transición agroecológica en España”.
Entre los beneficios adicionales de esta transformación se encuentra la revitalización del medio rural, con la creación estimada de más de 400.000 empleos, contribuyendo a fijar población en las zonas despobladas y favoreciendo la restauración de los ecosistemas.
Conclusión: el binomio salud y sostenibilidad, una oportunidad para España
España se encuentra en una posición favorable para liderar el cambio hacia un sistema agroalimentario más resiliente, justo y sostenible. Los resultados del informe evidencian que es posible garantizar una alimentación saludable para toda la población respetando los límites planetarios y fortaleciendo el tejido rural.
La adopción de la Dieta Climática, respaldada por la comunidad científica y por modelos de producción agroecológica, representa una herramienta eficaz para abordar de manera simultánea los desafíos de salud pública, seguridad alimentaria y emergencia climática.
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