
La tragedia que se vive en Gaza desde hace décadas ha alcanzado una dimensión insoportable. Las imágenes de miles de víctimas civiles, hospitales destruidos, niños sin acceso a agua ni alimentos, nos interpelan directamente. La comunidad internacional, con excepciones cada vez más notorias, sigue sin tomar medidas efectivas contra la violencia ejercida por el Estado de Israel. Por eso, iniciativas como la moción defendida por el presidente Pedro Sánchez —que ha reiterado la necesidad de un alto al fuego y de reconocer el Estado palestino— abren una vía de acción que también interpela a la ciudadanía.
Una de las armas más poderosas que tenemos como ciudadanos es el consumo. El poder de ignorar: consumo responsable. Ya que Israel mantiene importantes vínculos comerciales con Europa y con España. Romperlos, en la medida de nuestras posibilidades, es una forma de protesta legítima y pacífica. Existen campañas internacionales —como el movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones)— que recomiendan evitar productos y empresas vinculadas con el sostenimiento del régimen israelí y la ocupación de territorios palestinos.
Algunas de las compañías más señaladas por su complicidad son:
- Caterpillar: sus máquinas han sido utilizadas para demoler viviendas palestinas.
- HP (Hewlett-Packard): provee sistemas de identificación y control para los checkpoints israelíes.
- SodaStream: hasta hace pocos años fabricaba en asentamientos ilegales en Cisjordania.
- AXA: aseguradora con inversiones en bancos y empresas vinculadas a la industria militar israelí.
- Teva Pharmaceuticals: gigante farmacéutico de origen israelí.
- All Israel News
- Elbit Systems: gigante de defensa, especializado en drones y sistemas electrónicos militares.
- Delta Galil Industries: produce ropa (ropa interior, calcetines, etc.) a escala global.
- ELTA Systems (IAI): desarrolladora de radares, sistemas de inteligencia y tecnología militar avanzada.
- Dubek Ltd.: principal fabricante israelí de tabaco, con distribución también en territorios palestinos.
- Angel Bakeries: la mayor panificadora comercial israelí, con exportaciones a EE.UU. y Europa.
- Paz Oil Company: mayor empresa de combustibles de Israel, con estaciones de servicio y supermercados.
- Airbnb, Booking.com, Expedia, TripAdvisor: facilitan alquileres o turismo en asentamientos en Cisjordania.
- Motorola Solutions, Hewlett Packard Enterprise (HPE), Cisco Systems, IBM, Siemens, Caterpillar: implicadas en tecnologías, infraestructuras o equipamiento usados en los asentamientos o por el ejército.
- Israel Chemicals (ICL), Delta Galil, Paz Oil: también incluidos en la lista de empresas que operan en territorios ocupados.
- AXA, Carrefour, Coca-Cola, entre otras: mencionadas por su presencia o inversiones vinculadas indirectamente con el régimen israelí o actividades en zonas ocupadas.
- El fondo soberano de Noruega excluyó a Caterpillar y cinco grandes bancos israelíes (Bank Hapoalim, Leumi, Mizrahi Tefahot, First International Bank, Fibi Holdings) por su rol en la destrucción de viviendas, asentamientos ilegales o financiamiento directo.
- Elbit Systems UK ha cerrado recientemente su centro en Reino Unido tras intensas protestas por su vinculación con el suministro de drones al ejército israelí.
- En la feria DSEI en Londres, 51 empresas israelíes de armamento, como Elbit Systems, Rafael e Israel Aerospace Industries (IAI), generaron fuertes protestas por su papel en abastecer al ejército israelí.
Cada euro que dejamos de gastar en estas compañías es un mensaje claro: no estamos dispuestos a financiar la ocupación ni el apartheid.
Símbolos de resistencia: la bandera palestina en los balcones
El silencio mata. La indiferencia normaliza. Frente a eso, colgar una bandera palestina en los balcones, ventanas o espacios públicos no es solo un gesto simbólico: es una declaración de conciencia, un recordatorio cotidiano de que la causa palestina sigue viva y de que su pueblo no está solo. Las ciudades se llenan de vida y memoria cuando la solidaridad se hace visible.
España sigue vendiendo armas y tecnología militar a Israel, pese a las denuncias de ONG internacionales como Amnistía Internacional o Human Rights Watch. La ciudadanía puede exigir al gobierno el fin inmediato de esa colaboración. Las instituciones democráticas deben alinearse con la defensa de los derechos humanos, no con la industria de la guerra.
Organizar concentraciones, firmar peticiones, participar en redes de denuncia, son pasos sencillos pero fundamentales para mantener la presión social.
Un futuro de justicia y dignidad
Vivir sin Israel, en este contexto, no significa negar la existencia de un pueblo, sino rechazar a un Estado que, mientras no rectifique y pida perdón por sus crímenes, se ha convertido en símbolo de violencia y opresión. Es una forma de apostar por un futuro donde la justicia y la dignidad de todos los pueblos —palestino e israelí— sean reconocidas.
La paz no se construirá sobre el silencio ni sobre la complicidad, sino sobre la valentía de decir basta.
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