• Saltar a la navegación principal
  • Saltar al contenido principal
Quefas

Quefas

  • INICIO
  • AGENDA
  • ¿DÓNDE ESTÁS?
    • ALACANTÍ
    • ALICANTE CIUDAD
    • ELCHE
    • L´ALCOIÀ
    • LES MARINES
    • VEGA BAJA
    • VINALOPÓ
  • ¿QUÉ BUSCAS?
    • ARTE
      • exposiciones
    • CINE
      • Cartelera de Cine de Alicante
      • estrenos
      • series
    • ESCÉNICAS
    • LETRAS
    • MÚSICA
      • EL BUEN VIGÍA
      • FESTIVALES
    • NENICXS
    • SOCIAL
    • TURISMO
      • GASTRONOMÍA
      • Rastros y mercadillos
      • Visitas
  • REVISTA
    • CRÓNICAS
    • DESTACADOS
    • NOTICIAS
    • NOTICIAS CULTURALES
    • OPINIÓN
  • CONTACTO
    • Contacta con nosotr@s
    • Envíanos tu evento
    • Envíanos tus novedades
    • Envíanos tus cartas al director
    • TARIFAS de quefas.es
  • RRSS y SUSCRIPCIONES

1 de octubre de 1931: la República de las mujeres entra en el hemiciclo

1 de octubre de 2025 por La Discordante de Alicante Deja un comentario

El 01 de octubre de 1931, en el Pleno de las Cortes Constituyentes, se decidió algo más que un artículo de la Constitución republicana. Ese día, por primera vez en la historia de España, se reconoció a las mujeres como ciudadanas de pleno derecho, con capacidad no solo para ser elegidas, sino para elegir. En medio de un hemiciclo poblado por casi 470 hombres y apenas dos mujeres, Clara Campoamor levantó la voz en nombre de todas nosotras y abrió la puerta que el patriarcado llevaba siglos cerrando: la del voto femenino.

La discusión del artículo 36 de la Constitución fue mucho más que un trámite legislativo. Fue la radiografía de un país dividido entre quienes defendían que las mujeres eran seres incompletos, subordinados a la voluntad del marido o del confesor, y quienes, como Campoamor, entendían que sin la mitad del pueblo no puede haber democracia real.

El anteproyecto constitucional había reconocido avances como la igualdad jurídica en el matrimonio o el acceso de las mujeres a empleos y cargos públicos. Pero la clave —el derecho político fundamental, el voto— seguía ausente. Campoamor, miembro de la comisión redactora, se encargó de que entrara por la puerta grande, enfrentándose no solo a una cámara repleta de hombres sino, en un gesto doloroso, también a su compañera Victoria Kent, que pedía aplazar el sufragio femenino por “razones de oportunidad”.

La discusión fue reveladora: se invocaron tópicos fisiológicos sobre la “edad crítica de la mujer”, se planteó que solo las trabajadoras con “título de suficiencia profesional” pudieran votar, y se agitó el miedo a que las mujeres españolas, católicas en su mayoría, votaran siguiendo la voz del púlpito. Todo un catálogo de prejuicios que hoy reconocemos como lo que eran: excusas para mantener intacto el monopolio masculino del poder.

Campoamor, la voz que no se pudo acallar

En un hemiciclo hostil, con interrupciones, ironías y risas, Clara Campoamor pronunció un discurso que sigue siendo piedra angular del feminismo español. Recordó que los derechos no se conceden como premio, que la República no podía excluir a la mitad de su pueblo, y que negar el voto a las mujeres era mantener un privilegio detentado por los hombres, no un derecho natural.

“Yo me siento ciudadana antes que mujer”, dijo, y con esa frase rompió los moldes de la época. Campoamor entendió que la política es cosa de dos sexos y que la democracia no podía esperar. Su convicción desarmó los argumentos del miedo, del paternalismo y de la condescendencia.

La votación fue clara: 161 votos a favor y 121 en contra. Desde ese momento, las españolas tuvieron derecho a participar en la vida política. Fue una victoria, sí, pero también una advertencia: el camino nunca sería fácil. Pronto se intentó retrasar de nuevo el voto femenino mediante una disposición transitoria que lo condicionaba a elecciones municipales previas. Una maniobra que, de haber prosperado, habría silenciado nuestra voz hasta la Transición de 1977.

No lo lograron. El grito de un diputado tras la aprobación del artículo 36 —“¡Viva la República de las mujeres!”— resume la magnitud de aquel triunfo.

Memoria para el presente

El derecho al voto femenino en España no fue un regalo de la República, ni una concesión benevolente de los hombres del hemiciclo. Fue una conquista arrancada a pulso por el movimiento feminista y simbolizada en la valentía política de Clara Campoamor.

Desde la militancia feminista de hoy, que algunos gilipollas ponen en entredicho muchas cosas, no podemos sino reivindicar esa fecha y recordar que ningún derecho está garantizado para siempre. La igualdad plena sigue siendo un horizonte en disputa: allí donde se cuestiona el feminismo, donde se ridiculiza la voz de las mujeres, donde se pretenden retrocesos en derechos conquistados, vuelve a resonar la misma batalla.

El 01 de octubre de 1931, las mujeres españolas entramos en la historia política por derecho propio. Noventa y cuatro años después, nuestra tarea es no permitir que nadie nos vuelva a sacar de ella.

Publicado en: en portada, España, feminismo, noticias breves, opinión, repetibles, REVISTA, SOCIAL




Síguenos en whatsapp
Síguenos en Telegram

Entradas recientes

  • El Debate sobre el Estado de la Ciudad de Alicante se celebrará el 10 de octubre
  • 1 de octubre de 1931: la República de las mujeres entra en el hemiciclo
  • 4 propuestas escénicas para visitar Agost en el puente de octubre
  • Los últimos bailes de EL BARESITO.
  • Circarte 2025: el pulso vivo del circo en Alicante

Interacciones con los lectores

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Quefas © 2025

X