Por fin es mayo y el monte Tossal vuelve a latir. Durante tres días, el pulmón verde de Alicante se convierte en epicentro de la cultura autogestionada, transversal y libre. Pero lo que más sorprende, quizá porque aún no nos hemos acostumbrado del todo, es ver a tantos niños y niñas corriendo entre escenarios, carpas y talleres, sintiéndose parte de algo grande. Porque lo son.
Alacant Desperta 2025 ha consolidado su perfil como festival participativo, intergeneracional e inclusivo. Y en esa ecuación, los nenicxs ya no son una nota al pie: son protagonistas. No como espectadores pasivos, sino como agentes activos de una vida cultural que también les pertenece. Durante tres días, pintar han podidografitis con artistas urbanos, probar a hacer malabares en el circo, construir instrumentos con materiales reciclados, ver conciertos adaptados o simplemente revolcarse por la hierba mientras suena una guitarra cerca.
Este Desperta ha sido, más que nunca, un lugar donde cabe todo. Donde se celebra lo diverso, lo pequeño, lo que no suele entrar en la agenda oficial. Un espacio donde los más jóvenes descubren que la cultura no es algo que se ve desde la butaca, sino algo que se hace, se toca, se baila. Donde pueden empezar a entender por qué sus padres (y madres) necesitan evadirse de vez en cuando con estas cosas, y quizá incluso encontrar sus propios motivos.
Lo que sucede aquí no es casual. Cada vez son más los focos que en Alicante y provincia apuestan por una programación de calidad dirigida a la infancia: de Llibres Chus a Vadecuentos, del MACA al Teatre Arniches, pasando por los sábados de Kids&Stories en el Teatro Principal, los ciclos de Cultura en Barrios, el Spring Festival con su espacio familiar, o festivales como Circarte y Festitíteres, que entienden la cultura como un derecho desde la cuna.
Alacant Desperta se suma con una propuesta valiente, que no infantiliza, sino que respeta. Que no aparca a los niños en un rincón, sino que les abre la puerta grande del escenario. Porque si de verdad queremos cambiar el modelo cultural, hay que empezar por ahí: por enseñar desde bien temprano que la cultura no es un lujo, ni un capricho, ni un premio de fin de semana. Es una manera de estar en el mundo.
Y eso, en el Tossal, ya lo saben. Los pequeños también. Por eso, aunque sea una vez al año, ahí se ven… ojalá, algún día se recupere el proyecto de dar continuidad a todo esto, convirtiendo Las Harineras, u otro espacio similar, en una Sala Tramoia a la alicantina.
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