
En un giro histórico —que ya querrían para sí las Naciones Unidas— Compromís propone lo que todos sospechábamos: declarar a Alicante Estado de Fiesta Total y Permanente. Ni república, ni monarquía parlamentaria; lo nuestro será un nuevo sistema político: la Fiestocracia.
Porque, seamos sinceros, Alicante ya funciona así: calles cortadas como si fuera San Juan, vecinos lanzando basura como si fuese la Cabalgata de Reyes, perros cagando en las aceras como si se tratara de una mascletà diaria. ¿La diferencia? Que ahora, al menos, tendría un reglamento oficial y un programa de fiestas en los que todos optaríamos a ser belleas, o belleos, de nuestro puto barrio de vez en cuando.
La utopía del TOT L’ANY
La propuesta es sencilla:
- Chiringuitos abiertos los 365 días (366 si hay año bisiesto). ¿Crisis económica? Que el PIB se mida en cañas servidas y tapas despachadas.
- Calles peatonalizadas de manera definitiva: que el coche quede relegado a pieza de museo junto al botijo y la navaja albaceteña.
- Escuadrones de limpieza como los que aparecen mágicamente en Hogueras, pero todos los días, recogiendo cartones, restos de botellón y recuerdos olorosos de los mejores amigos del hombre.
- La policía ocupándose de cosas útiles, como evitar que los vecinos saquen la basura a las 9 de la mañana o que un carrito del Mercadona bloquee la acera.
- Las comisiones de fiestas tendrían que desenmascararse y hacer lo que hacen siempre: saltarse las leyes a la torera con el beneplácito de los políticos que sólo buscan votos en la mierda.
- Habría trabajo para las bandas municipales, los artistas locales, los dj´s y los técnicos.
- El calendario laboral/escolar estaría unificado en un plan digno de Oscar Wilde.
- Amortizaríamos que las luces de navidad estén puestas todo el año.
- El trabajo, dejaría de ser estacional
- Y así podríamos seguir contando hasta 1000.
Con todo esto, el alcalde y los concejales se verían obligados a pisar los barrios (aunque solo sea para cortar cintas y hacerse selfies con banda de música detrás). Las zonas verdes, de repente, florecerían como si fueran escenario de Eurovisión. La seguridad aumentaría, porque no hay nada más seguro que una ciudad donde todos están demasiado ocupados bailando para delinquir.
Obviamente, hemos hecho una broma de la propuesta de Más y Llobell, pero mientras otros lugares del mundo se enredan en discusiones sobre cambio climático, vivienda o movilidad sostenible, Alicante da un paso adelante: institucionalizar lo que ya somos. Que lo diga el BOE: aquí se vive en fiestas permanentes.
Y si alguien no está de acuerdo, que se lo explique al jurado de la próxima mascletà.
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