- Sala de Exposiciones de la Casa de Cultura de Mutxamel, del 3 al 24 de octubre de 2025
Llevo todo el mes diciéndome que voy a ir, pero sin coche, el trayecto desde la playa hasta Mutxamel se convierte en una especie de abismo mental. Como si la distancia no se midiera en kilómetros, sino en inercias. Pero cuando alguien desde la precariedad de 7 metros cuadrados te incita a moverte, te decides… Y menos mal que lo hice.
La exposición de Nelia Herrero, “El paisaje que habita en ti”, se presenta como un viaje interior en blanco y negro. No sólo por su paleta —que elimina el color para dejar espacio a la emoción— sino por la historia que arrastra: el origen de la serie Who are you?, nacida en Ibiza en 2019, en un estudio de apenas siete metros cuadrados. Allí, entre el tiempo contado y el espacio mínimo, Herrero tuvo que entregar diez retratos al mes durante medio año. Sesenta piezas que, más que ejercicios de retrato, se convirtieron en ensayos sobre la incomodidad como lenguaje.
“No es que ahí descubriera cómo crear desde la incomodidad… yo siempre he creado así”, dice la artista en su texto curatorial de sus redes. Esa frase se siente en cada trazo. Los rostros —acrílicos sobre lienzo de gran formato— no buscan la semejanza sino la vibración. El gesto domina, el trazo respira. En esa economía de medios hay algo de resistencia, de urgencia, de intimismo, de necesidad de descalzarte y andar por la vida… y, sobre todo, de verdad. El blanco y negro, lejos de ser limitación, se vuelve profundidad; como si el color fuera una distracción que aquí no tiene cabida.
Las 25 obras seleccionadas para esta muestra nacen de aquel primer impulso y lo expanden. Herrero las ha ido culminando en Mutxamel, su lugar de residencia actual, donde también desarrolla un nuevo proyecto: pintar una obra al día durante todo 2025, con la intención de exponerlas el próximo año. Lo que antes fue encierro ahora es constancia, una disciplina casi meditativa. Algo que todos, y todas, deberíamos sumar a nuestras «rutinas».
En “El paisaje que habita en ti”, los retratos —inspirados en modelos de la revista Vogue— funcionan como espejos abiertos. No se trata de mirar a “otros”, sino de verse a través de ellos. Cada rostro parece sostener una pregunta: ¿qué parte de mí habita en este gesto, en esta sombra, en esta mirada que no sé si mira hacia fuera o hacia dentro? Lo curioso, es que eso que ella autodefine, se refleja en ti cuando te paras delante de las obras, sin nadie alrededor, y te ves a ti mismo reflejado en la obra.
Supongo que, aparte de por estar «en casa», y que en cierta manera los metros te obligan a escoger entre muchas obras, sólo 25, la artista escogió la sala de la Casa de Cultura de Mutxamel ofrece un contexto sencillo pero cálido, casi doméstico, que refuerza la sensación de intimidad. Allí, el visitante puede detenerse sin prisa, mirar de cerca las texturas, percibir el pulso de lo humano que late bajo el acrílico. Herrero convierte lo cotidiano —la falta de espacio, el tiempo limitado, la presión de cumplir— en materia poética. Lo imperfecto no se disfraza: se celebra.
Salir de la sala es regresar distinto a esa casa que sobre el papel, parece lejana. Uno, en el paseo de vuelta, siente que esos paisajes interiores han dejado una huella luminosa de color en eso que de partida era una experiencia en blanco y negro. Tan sencillo como que, a veces, basta con cruzar un pequeño abismo —real o mental— para encontrarse con algo que, sin saberlo, estaba esperando dentro de uno mismo.
















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