
La primavera ha llegado a Alicante con el olor de las flores… y del bacon ahumado, el cheddar fundido y la masa fermentada de 48 horas. Mientras la OMS nos recuerda que la obesidad es una enfermedad crónica, compleja y creciente, aquí celebramos alegremente la “Champion Burguer” y el “Pizza Combat” como si fueran festividades nacionales. Faltan los fuegos artificiales y una mascletà de ketchup.
Este fin de semana, el evento de hamburguesas más sabrosamente letal ha acampado en la playa de San Juan. Como su «primo» pizzero, que hace unos días repartía porciones en la Plaza de toros. Si le sumamos las Torrijas de Semana Santa y las monas de Pascua, este año va a estar más difícil que nunca llegar a punto a la operación bikini.
Podría parecer un simple homenaje a la fast food… si no fuera porque estas ferias se han convertido en rituales constantes. Si no es una hamburguesa smash, es una donut relleno de helado, una croqueta de tarta de queso o una porción de pizza con borde de Nutella. Alicante, esa ciudad donde la dieta mediterránea ha sido sustituida por el “a ver cuántas calorías puedo meterme entre pecho y espalda sin entrar en parada cardíaca”.
Maravilla pasear y ver colas kilométricas en torno a puestos que huelen a fritanga que echan para atrás. Algo común en todos los festivales, ferias, fiestas que se organizan en estas tierras que, por cierto, ostentan el título de Capital gastronómica 2025. El problema no es meterse una guarrada de estas de vez en cuando, sino que estamos convirtiendo lo ocasional en lo estructural. Y de lo estructural a lo crónico solo hay un paso, y se da con dificultad de respiración, o parada cardiaca. Y que nunca hay una opción sana que complemente toda esta basura con, no sé, gazpacho, ensaladas, verduras a la plancha o fruta.
La obesidad no es solo una cuestión estética. Aumenta el riesgo de al menos nueve tipos de cáncer, de infartos, de diabetes, de accidentes cerebrovasculares… Lo dice la ciencia, no el cuñado que hace ayuno intermitente.
Y todo esto en una ciudad que sigue sumando episodios de contaminación, con macrodepósitos, vertidos y niveles de polución preocupantes. Si no nos mata el aire, lo hará el picante del taco de edición limitada con jalapeños dobles. Nos están friendo por fuera y por dentro.
No es que queramos amargarle el fin de semana a nadie. Pero estaría bien reflexionar un poco mientras nos zamparamos ese menú XXXL. Porque entre tanta “foodie experience”, a veces se nos olvida que una dieta saludable no es una tendencia de Instagram, sino una forma de no terminar antes de tiempo en la sección de obituarios.
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