
una deuda pendiente con la limpieza y el reciclaje
Alicante llega tarde, muy tarde, a la implantación del contenedor marrón. Mientras que en otras ciudades españolas este sistema de recogida de residuos orgánicos lleva funcionando desde hace más de dos décadas, la ciudad apenas está dando los primeros pasos para su despliegue. En una urbe con serios problemas de limpieza y un deficiente sistema de gestión de residuos, la tardanza en adoptar soluciones sostenibles no hace sino agravar la situación.
La reciente adjudicación de contratos para la compra e instalación de nueva maquinaria en el Centro de Tratamiento de Residuos de Alicante (CETRA) es un intento de modernización que llega con un retraso injustificable. Se han destinado cerca de cinco millones de euros para el pretratamiento y afino del bioestabilizado, con el objetivo de poder gestionar hasta 50.000 toneladas anuales de residuos orgánicos. Esta inversión forma parte de un proyecto más amplio de 17,1 millones de euros para mejorar el reciclaje y la valorización de los residuos.
Sin embargo, estas medidas no pueden ocultar la realidad: Alicante es una de las ciudades con mayores problemas de limpieza en España. La ausencia durante décadas de una adecuada recogida selectiva ha incrementado la cantidad de residuos que terminan en el vertedero, con un alarmante porcentaje de rechazo del 72% en 2019, aunque reducido al 46% en 2023. Aun así, la gestión sigue siendo deficiente en comparación con otras ciudades donde el contenedor marrón es una herramienta consolidada para la reducción de desechos y la generación de compost de calidad.
El contrato de gestión del CETRA, que ahora se encuentra en fase de renovación, pone en evidencia la necesidad de una planificación a largo plazo. Las propuestas presentadas por distintas empresas plantean inversiones millonarias para la mejora de las instalaciones y la explotación del servicio durante períodos de entre 14 y 20 años. Sin embargo, la ineficiencia en la implementación de medidas como el contenedor marrón genera dudas sobre la capacidad de la ciudad para adaptarse a los estándares europeos de reciclaje y sostenibilidad.
El retraso en la adopción de este sistema no solo ha perjudicado la limpieza urbana, sino que también ha privado a Alicante de beneficios ambientales y económicos derivados del aprovechamiento de los residuos orgánicos. Mientras otras localidades han desarrollado sistemas eficientes de compostaje y economía circular, en Alicante se sigue luchando contra una imagen de suciedad y un modelo de gestión de residuos que parece avanzar a trompicones.
Es urgente que la ciudad no solo instale los contenedores marrones, sino que también implemente campañas de concienciación ciudadana y garantice un sistema de recogida y tratamiento eficiente. De lo contrario, el problema de la limpieza seguirá siendo un lastre para la imagen y la calidad de vida de Alicante, mientras el resto del país sigue avanzando hacia un modelo de gestión de residuos más sostenible y eficaz.
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