
En otro tiempo, las entidades financieras como la CAM no eran solo bancos. Eran parte del tejido vital de ciudades como Alicante. Financiaban escuelas, centros culturales, apoyaban a artistas, pymes y a quienes simplemente necesitaban una mano cercana. Su labor iba más allá del balance: estaban profundamente enraizadas en la idiosincrasia social del territorio.
Hoy, sin embargo, la lógica ha cambiado. La globalización y las grandes fusiones bancarias miden el éxito en términos de rentabilidad y volumen. Las decisiones estratégicas ya no se toman en despachos locales, sino en consejos de administración distantes, donde lo social ha dejado paso a lo corporativo.
Es en este contexto que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado este lunes la apertura de una consulta pública sobre la opa del BBVA al Banco Sabadell. Según ha afirmado, el objetivo es recabar la opinión de ciudadanos, organizaciones y asociaciones, antes de que el Consejo de Ministros tome una decisión definitiva sobre la operación. No sé lo que queda de la CAM en el Sabadell… pero algo es algo.
La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ya dio luz verde a la opa con condiciones, pero el Ejecutivo quiere evaluar si se deben endurecer los requisitos atendiendo al “interés general”, un concepto que quizás aún pueda rescatar algo del espíritu con el que nacieron las antiguas Cajas de Ahorro.
Mientras tanto, en Alicante, muchos miran con cierta melancolía cómo aquellas instituciones que un día fueron motor de desarrollo local han sido absorbidas por una lógica financiera que ya no habla su idioma.
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